50 Best LATAM: Ranking obsceno

Mucho bardo, como siempre. Una polémica que aún cultivamos, aunque la cosa da tanto asco y aburrimiento, que pronto no hablaremos más de un blef como éste. En principio, hay que decir que coexisten lugares tan buenos como Central y Maido (hablo de los que afortunadamente conozco), que no necesitan estar en el ranking del agua que baja turbia, porque son tan buenos que no hay discusión posible. Pero también está el lobby, que a veces es legal pero que en otras ocasiones se desvirtúa hasta transformarse en un acto de corrupción.

Ya lo dijo la sabiduría del Martín Fierro: “Hacete amigo del juez, no le des de que quejarse, que siempre es bueno tener, palenque de ande rascarse”. De manera tal que no hay de qué sorprenderse en algunas cosas, y en otras menos pero sabiendo quiénes son los bueyes que aran; no hay forma de seguir siendo incrédulos.

A nivel global sorprendió que entre dos pesos pesados como Central y Astrid & Gastón, se colara el chileno Boragó. Curiosamente, antes de la premiación, un colega chileno resultó casi visionario en sus apreciaciones, como nosotros mismos antes de la primera edición de los 50 Best LATAM. No conocemos Boragó, pero dos expertos gourmets amigos nos comentaron su deslumbramiento, en tanto que otro se mostró decepcionado. Igualmente, algo de misterio hay en torno a la caída de D.O.M., pues Alex Atala es una especie de niño mimado de los que votan en esta lista. Su cuarto puesto debe haber sido decepcionante para él. Además, este año la premiación fue en México D.F., con lo cual ya se sabe que el que pone la platita alguna prebenda se lleva: tres restaurantes en el top ten.

Van por la tercera edición y los 50º Best LATAM siguen perdiendo credibilidad. Poco serio y lobista.

Pues bien, ¿y por casa cómo andamos? Mal parece, ocurre que José Hernández se haría un festín. La Argentina tuvo 16 restaurantes en la primera edición, 12 en la segunda y 10 ahora. Si seguimos así, en cinco años nos vamos a quedar solo con Tegui, que aparece en el séptimo lugar, subiendo dos puestos. Se caía de maduro, hacete amigo del juez. ¿Tanto cayó Tarquino para pasar del 16 al 48 lugar? Por favor, todo esto suena a inquina personal. Una colega me dijo hace algunas semanas que Dante y Hugo no son simpáticos, por eso no los tienen en cuenta. En lo personal, me ha tocado hablar muy bien de lugares que son excelentes, pero sus dueños no tienen onda y yo con ellos. Un crítico, o un jurado en este caso, deben saber valorar la comida, la atención, el ambiente, la “experiencia”, como dicen los que hacen los 50 Best. Pero honestamente, que Andrés Carne de Res (lugar que conocí este año), más que parecerme simpático, me resultó carísimo y regularón, no puede estar ni aún en el puesto 42.

Nos alegró que se incluyera a Restó, donde se come tan bien como si fuera un restaurante de Bras. Y Don Julio es una excelente parrilla, la reclamamos el año pasado, considerando que la presencia de La Cabrera amerita que las parrillas estén en la lista. Pero convengamos, no hay seriedad si no está La Brigada y más aún porque su dueño no les cae simpático.

Está claro que hay gente que sabe hacer su lobby. Este año salieron Sucre (merecido), PuraTierra (por ahí dicen que Martín Molteni no aceptó ser jurado y se lo hicieron pagar) y Tomo 1 (rarísimo). También voló 1882 Francis Mallmann, con quien una vez en la vida coincidimos (recuérdese que renunció como jurado por considerar injusta la forma de calificación).

Final de fiesta. Un ranking que hacen los propios cocineros votándose entre ellos y no votando a quienes no les caen simpáticos; un ranking donde no se sabe quién vota y a quiénes votó cada uno; donde no son visitas secretas; donde no pagan la mayor parte de las veces; donde no hay exigencias de conocimientos para ser jurado, entre otros desfases, no es un ranking serio. Sería bueno que los que figuran dejen de colgarse las cucardas, porque si son buenos no las necesitan. Y los que no figuran, que trabajen para sus clientes y no para estar y pertenecer.

Estamos podridos de tener que opinar sobre la S. Pellegrino y la Revista Restaurant. Pero la gente lo pide y nosotros entramos en el juego. Ojalá sea por última vez.