A la Sarasa con Mar del Plata

Jueves, 26 de enero de 2012

Sarasanegro - San Martín 3458, Mar del Plata - Tel.: 0223-4730808, abierto sólo por la noche. Principales tarjetas.  

Cocina: Mediterránea de Autor

Ciudad: Mar del Plata

Precios: $$$$


La gastronomía marplatense es afortunadamente mucho más que Raviolandia  y esa serie de restaurantes “industriales” para comer rápido, barato y siempre mal. Cosa de turistas “gasoleros”. Hay un mito que dice que los marplatenses no quieren ir a comer afuera, y tampoco están dispuestos a pagar mucho. Se trata de una generalización burda, con algún atisbo de razón. Pero la llegada de un chef como Leo Jaciuk al Hotel Provincial, le dio otro aire a la ciudad en materia de gastronomía. En parrilla, Lo de Nino, abierto con el asesoramiento de Hugo Echevarrieta, de La Brigada porteña. Torre Cerchiara en Punta Mogotes, y alguna cosita más. Pero la verdad de la milanesa está en Sarasanegro. Nombre tan extraño, surge de la conjunción de dos los apellidos de María Fernanda Sarasa y Patricio Negro. La primera responsable de los postres, la panificación, y el segundo de lo salado. Se conocieron en la cocina y terminaron casándose. Juntos son dinamita, dicho esto en el mejor sentido de la palabra: explosión de los sentidos (aromas, sabores, visuales).

El lugar está en el “off marplatense” (la calle es San Martín, pero pasando Independencia, donde la primera ya no es más peatonal). Llegamos por recomendación de Martín Baquero, de quien Patricio es “paisano” como se dice en Italia (ambos son de Viedma, Río Negro). Y Fernanda es marplatense. Ambos sumaron experiencia en Italia y España. Patricio ganó en 2005 el “Cucharón de Oro” de Unilever. Y hoy son un lujo en MDQ. Las preparaciones son originales, de “autor”, con onda mediterránea. Cambian los platos con asiduidad, dependen de la pesca, fundamentalmente. La ciudad balnearia, como se sabe, también cuenta con excelente carne vacuna, porque es zona ganadera. Mar y tierra. Hay quesos de Tandil, pescados de más al sur (centolla, langostinos), hongos, etcétera. La carta es breve, vale la pena preguntar; si cabe, elegí el menú degustación del día, notable siempre. Pescados marinados, a la plancha, frutos de mar como los cayos de vieiras, bondiola con chutney, risotto con hongos, mollejas caramelizadas. Pero estas preparaciones son apenas descriptivas, todo cambia con mucha frecuencia. La capacidad del lugar también es escasa, como para asegurar el buen servicio. La ambientación, austera, no responde a lo pretencioso que hoy abunda pero daña. En el subsuelo tienen una cava, bien surtida. Vale la pena salir del ruido del “centro” y adentrarse en los “suburbios” marplatenses (aunque estés de vacaciones).

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