Argentina 2014 libre de grasas trans

Lunes, 7 de enero de 2013
Desde el año 2008, se está trabajando intensamente en la comisión de reducción de grasas trans, con el objetivo de brindar a las pequeñas y medianas empresas los instrumentos necesarios tendientes a reducir y eliminar estas grasas de los alimentos.



De esta iniciativa, surgió un documento con recomendaciones específicas cuyo objetivo primordial se orienta a mejorar la calidad de vida de los argentinos. La misión es que desde el Estado, se pueda actuar como facilitador de formación y promoción de actividades tendientes a la reducción de este tipo de grasas, en el período comprendido entre 2010 y 2014.  Se explicó durante las disertaciones, que el objetivo es informar e incentivar a las empresas elaboradoras para que reduzcan las grasas trans en los alimentos. Al mismo tiempo, se hizo hincapié en la necesidad de dar a conocer a los consumidores acerca de qué son las grasas trans y las necesidades de disminuir su consumo. La grasa trans aparece como resultado de añadir hidrógeno a algunos aceites vegetales. Se trata de un proceso químico llamado hidrogenación. Concretamente, este procedimiento consiste en inyectar hidrógeno a los ácidos grasos poliinsaturados de los aceites de semillas, como el de girasol o el de soja, y así se obtiene lo que se conoce como grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas.

Lo que en realidad sucede, es que parte de las grasas poliinsaturadas se transforman en grasas saturadas. De esta forma, se modifica el aspecto físico de los aceites, que pasan del estado líquido al sólido. En el momento en que la configuración de la grasa se ve modificada, es cuando se habla de grasas trans. Por lo tanto, no todas las grasas hidrogenadas las contienen. En esta transformación, los aceites vegetales se enriquecen en grasas saturadas, que consumidas en exceso pueden provocar graves consecuencias para la salud. La incorporación de este tipo de grasas, hace que aumente la vida útil de los productos en los que se emplea este proceso, potencia su sabor y mejora su textura. Además, la adición de grasas hidrogenadas a los productos, abarata los costos y beneficia a la industria alimenticia. Se encuentran con frecuencia en snacks y aperitivos salados (palitos o papas fritas), productos precocidos (empanadas, croquetas, canelones o pizzas), galletas, margarinas y confituras industriales. Es importante consultar las etiquetas, si se consumen estos productos con frecuencia. Según los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de grasas trans debe representar menos del 1% de las calorías diarias ingeridas. Si se toma como ejemplo un adulto que consume un promedio de 2000 calorías diarias y que cada gramo de grasa contiene 9 calorías, se deduce que 2 gramos, aproximadamente, es la cantidad de grasas trans que una persona puede comer por día.

Las grasas trans se encuentran principalmente en los alimentos elaborados industrialmente con aceites vegetales, y una dosis diaria de 5 gramos es considerada peligrosa. A continuación se aprecia el contenido de grasas trans de diferentes productos:

  • Papas fritas (150 gramos): 7 gramos de grasas trans.

  • Hamburguesa (200 gramos): 3 gramos de grasas trans.

  • Magdalenas (1 unidad): 1 gramo de grasas trans.

  • Galletitas (2 unidades): 1,3 gramos. de grasas trans.

  • Margarina (1 cucharada): 0,9 gramo de grasas trans.

  • Barrita de cereal (1 unidad): 0.4 gramo de grasas trans.

  • Una barra de chocolate (80 gramos): 0,75 gramo de grasas trans.


En una dieta equilibrada, el consumo ocasional de productos que incluyen grasas trans no va a provocar consecuencias negativas para la salud. El problema radica en el abuso de estos productos, ya que además de favorecer el aumento de peso suponen un riesgo para la salud. Con el paso de los años, son cada vez más los estudios que determinan las consecuencias que tiene un exceso de grasas trans en la dieta, que son aún más graves que las que producen las grasas saturadas. El mayor problema es que sus efectos se originan a largo plazo. La principal consecuencia, conocida desde hace años, es su influencia sobre el colesterol. Abusar de este tipo de grasas, contribuye a aumentar los niveles de colesterol y de triglicéridos en sangre, lo que provoca un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Concretamente, hacen que disminuya el colesterol “bueno” o HDL y elevan el “malo” o LDL. Sin embargo, el colesterol no es el único afectado por la presencia de las grasas trans. También pueden retrasar el crecimiento y la maduración del cerebro. Las grasas son esenciales, ya que forman parte de la membrana de las células, y su presencia puede llevar al organismo a formar paredes celulares defectuosas. Los ácidos grasos trans, se cree que también pueden aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 en mujeres. La transformación del aceite vegetal en grasas trans puede también generarse a nivel doméstico. Algunos tratamientos como la fritura, tienden a  transformar los ácidos grasos en trans. Una fritura mal realizada oxida y descompone el aceite, modificando su estructura. Por eso, se recomienda que el aceite no supere nunca los 180ºC y tratar de no reutilizarlo.A modo de conclusión, hay que tener presente que estas grasas se encuentran principalmente en alimentos elaborados que no son de primera necesidad; por lo tanto, disminuir su consumo no resultaría difícil. Lo ideal es evitarlas al máximo y esto puede realizarse mediante una mejor selección de los alimentos.

Se debe comer pescado al menos dos veces a la semana, y asegurar una importante presencia de frutas y verduras en la dieta. Limitar el consumo de grasas saturadas (presentes principalmente en las carnes y en los lácteos) al 7% de la ingesta calórica diaria. Evitar el consumo de bebidas y de comidas con agregado de azúcar. Muchos productos poseen en sus envases información engañosa para el consumidor; por ejemplo, leyendas como “100% aceite vegetal”, lo cual es cierto pero no aclara que posee grasa vegetal transformada en grasa trans; por lo tanto es de suma importancia leer detalladamente el rotulado nutricional de la etiqueta, para poder identificar si posee grasas trans y en qué cantidad. A partir del año 2006, todos los alimentos envasados tienen que informar en el envase sobre su contenido de grasas trans. La obligatoriedad de esta reglamentación, está haciendo que muchas empresas alimenticias estén disminuyendo la presencia de grasas trans de sus productos. Algunas clases de margarinas que han sido sometidas a procesos de hidrogenación, han conseguido reducir en gran medida la cantidad de grasas trans de su composición.

Fotos: © Zaharch | Dreamstime Stock Photos

 



 
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