Café San Juan: el lele de la tele

Viernes, 25 de enero de 2013
Café San Juan - Av. San Juan 450 - Tel.: 4300-1112. Abierto de martes a domingo mediodía y noche, pago en efectivo. 

Cocina: Porteña

Barrio: San Telmo

Precio: $$$$


Leandro “Lele” Cristóbal ya no es el muchachote por entonces de un brazo tatuado (ya multiplicados por doquier en lo que está a la vista), que conocimos hace un tiempo gracias a la invitación de nuestro amigo el “Mono” Cicero. Hoy es todo un personaje mediático, simpático, un tanto desprolijo en vestimenta y pulcritud en los elementos de cocina y los productos mismos, pero es su estilo. Como dice Don Ricardo Santos, “te gusta o no te gusta”. Nadie podrá negar que la empresa familiar logró alcanzar un éxito formidable. Hay reservas anticipadas y ultranecesarias para encontrar un lugar. Para muchos, Café San Juan es un lugar de culto. Mucho más para los cholulos que quieren verlo al Lele “de la tele”, casi siempre acompañado en el salón por su mamá Silvia. Va de suyo que la fama ha hecho que los platos hoy sean más caros, como lo hemos visto recurrentemente en otros lugares, como La Locanda; ni hablar de los ristorantini de Donato.

La cocina de Lele es simple, muchos han querido encontrar una identidad mediterránea, producto de los viajes y stages del chef por tierras europeas. Sin embargo, creo por su heterogeneidad Café San Juan se adapta más a una cocina de “producto” bien porteña. A veces hay perdices y liebre, pastel de papa, tortillas y hasta pescado de río, opciones que me recuerdan la infancia en zona ribereña, platos todos muy difíciles de hallar en otros restaurantes locales. No hay menú, ya que el mozo llegará a la mesa con las opciones escritas en una pizarra. Mejor que hayas hecho un curso en ILVEM alguna vez, porque mucho tiempo no hay para la elección.



En Café San Juan no hay menú, ya que el mozo llegará a la mesa con las opciones escritas en una pizarra.

Si bien San Juan es hoy “Don Juan” y Lele “Don Lele” por efecto de la fama mediática, lo que se observa solamente es un cambio en los valores de referencia. De todos modos, si uno opta por pedir un par de tapas, y un principal fácilmente compartible, la cuenta no será tan onerosa. Eso sí, si no te gusta la desprolijidad, el barullo, el apretujamiento entre mesas y cierto descuido en el servicio, éste no es decididamente tu lugar. De más está decir que todo esto no parece importarle a los clientes, muchos de ellos habitúes y otros, sin dudas, que hoy llegan por obra y gracia de la televisión. También turistas deseosos de encontrar emociones fuertes en los barrios bajos porteños.

La verdad es que a mí me da “cosa” la sobreexposición de tatuajes y en la tele, se ve habitualmente algún repasador transpirado que anda por ahí cerca de la comida. Tampoco te olvides de llevar efectivo, porque si no tendrás que salir a buscar cajero y si es de noche San Telmo se pone denso. En síntesis, se come muy bien, hoy es más costoso que hace un par de años atrás y el lugar es onda bodegón, no esperes lujos ni chicos ni grandes. Lele es un personaje y te ofrece porciones generosas, lástima los cholulos que llegaron para embarrar la cancha.           



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 Fotos: Utilísima y Flickr

 
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