Narda está del tomate

Lunes, 20 de enero de 2014
Diez manos y poco cerebro. Juntar a un cocinero brillante como Darío Gualtieri con Narda Lepes, es subestimar nuestra inteligencia. La movida, que comenzó en la Costa Azul el año pasado, ahora se repitió en José Ignacio.



Los bancos parecen empeñados en atraer nuevos clientes y fidelizar a los que ya tienen, con cierto tipo de propuestas gastronómicas que a muchos atraen más por los personajes mediáticos que por los cocineros de alto nivel que puedan participar. En ese Cambalache en que se ha transformado la gastronomía argentina, por obra y gracia de chefs que parecen más figuritas del jet set que profesionales de la cocina, y cierta prensa complaciente, chupóptera, sumado a esto algunas veces la nociva participación del Estado (como ocurrió con el área de Turismo de la Nación en la primera concentración de diez manos), el cóctel resulta letal: la Biblia y el Calefón en estado puro.

Las diez manos se habían juntado el año pasado en Menton, donde Mauro Colagreco, el único chef argentino con dos Estrellas Michelin (NDR: acá hay varios que merecerían estrellas pero la guía francesa no llega a estas Pampas), convocó gracias al dinero de nuestros impuestos a cuatro cocineros que se sumaron a las suyas (las dos manos, digo). Ya en aquel momento, nadie entendió cómo un genial Darío Gualtieri debió compartir ollas y sartenes con la figurita televisa de turno. Una vergüenza. Al menos había un gran cocinero que nos dejaba bien representados a los argentinos. Creemos sinceramente que los otros tres (el propio Colagreco, Martitegui y Trocca), están varios escalones por debajo de Darío y eso lo sabe cualquier entendido que se precie, más allá de las cucardas de cada uno.

Ofrecer un tomate relleno con mozzarella, caldo de tomates y migas, parece ser una remake de la ya famosa calabaza rellena de queso de cabra que hizo Francis M. en Montreal.

Pareciera ser que los argentinos no tomamos en cuenta la experiencia. Basta recordar lo ocurrido el año pasado, cuando otro gobierno (en este caso el de la Ciudad de Buenos Aires) llevó un multitud de cocineros a Canadá para el Festival “Montreal on Lumiere”. Presidió la delegación, cuándo no, el cocinero que no cocina, Francisco, como el Papa. Quizá por su nombre de pila, FM preparó unas papas pisadas con caviar uruguayo, lo cual se presentó como un plato argento, para después incorporar su máxima creación que corona una larga trayectoria quemando alimentos: calabaza rellena de queso de cabra. Sin embargo, parece que el menú ofendió a los invitados del director del festival. Francisco se volvió al país sin saludar.

Pero volvamos al tema en cuestión. En José Ignacio el Mostrador Santa Teresita (que dicen es propiedad de Fernando Trocca) recibió el lunes 13 y por iniciativa del HSBC a “Las Diez Manos”, que fueron las mismas de la Costa Azul, del Mediterráneo al Atlántico. Desconocemos si los 60 invitados pagaron por el cubierto o si fue una invitación del banco con sede central en Hong Kong. Los del Citi suelen hacer desaguisados parecidos.

Veamos el menú paso a paso (y no porque le hayan puesto mostaza, para los que no son futboleros aclaro que me refiero a la frase acuñada por Mostaza Merlo en 2001). Tras el aperitivo de Tato Giovanonni (un clericó), abrió Trocca con su pulpo con papas, frías limón confit y vinagreta de mole poblano (?????). Luego el plato fuerte de la noche by Narda: tomate relleno de mozzarella, caldo de tomates y migas. No lo probé  claro, porque no estuve, pero lo mismo hubiera sido si ponía lengua a la vinagreta o matambre con rusa. Todas cosas muy ricas pero que son de Doña Petrona, con todo el respeto por esta precursora de la cocina en la tele. Platos de Doña Rosa (¿no le habrá dado vergüenza a la mediática NL presentar algo tan elemental?, pues parece que no). Colagreco quedó en el medio, con su brótola con duraznos asados al cedrón y mousseline de cebollas tiernas. Darío Gualtieri fue el cuarto: pescado fresco azafranado, ceviche de vegetales, quinua crocante, emulsión de brandade, brotes, hojas y flores. Y Martitegui  hizo un cordero crocante, con verduras asadas y tomillo quemado (bien, al fin y al cabo es un discípulo de Francisco, cómo no iba a colocar algo quemado en el plato). El postre “Budín de Verano” corrió por cuenta de la uruguaya Florencia Courreges. Rutini Wines acompañó (quizá para estar a tono mezclaron Trumpeter con Antología, para seguir con el Cambalache).

Pero atenti que esto no queda acá. Hay diez manos para rato, se viene la tercera en Tegui, en Buenos Aires. Pero a nosotros, en rigor de verdad, nos gustaría que junto a Darío estuvieran Dante Liporace, Guido Tassi y Fernando Mayoral. Y que Colagreco, aunque sabemos que él no eligió, lleve a estos tres y algunos nuevos jóvenes talentos del interior del país (porque él mismo es de La Plata) en lugar de figuritas repetidas hasta el cansancio por culpa de la tele y el lobby de los que son jueces y parte. A nosotros, en este caso, nos alcanzan dos manos (las de Darío), y si quieren sumar otras que sea de las que no necesitan lobby porque hablan por la excelencia de sus platos.

 

 
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