Cada vez más, las heladerías incorporan gustos frutales tipo blend, es decir que combinan dos o más variedades diferentes. Pero no está claro si esto es solo para bajar costos (agregar una fruta más costosa a otra más barata) o para innovar y potenciar los sabores.
Ya sabemos que en materia de helados, los argentinos somos bastante conservadores. El dulce de leche es la prima donna de los gustos, en tanto que el chocolate sigue siendo el segundo más pedido entre las cremas.
En materia de frutas, el limón y la frutilla llevan la delantera en la preferencia de los consumidores. Ambos sabores, por ende, están casi siempre presentes en las listas de las heladerías, aunque también con variantes, que mousse de limón, que frutilla a la crema, o bien frutilla con durazno o lo que fuere.
¿Pero qué pasa si uno quiere un "varietal" de naranja, durazno o ananás? Ni hablar de la mandarina, que tiene un tiempo tan corto de vigencia que no se entiende, porque más allá de ser una fruta de invierno está presente todo el año y a un precio relativamente bajo. A veces se hace imposible conseguirlos.
Sin embargo, algunas heladerías barriales verdaderamente artesanales se resisten al cambio y la moda. Es el caso de Gruta, una histórica de Belgrano, que solo tiene gustos individuales, con la excepción del que además de naranja, tiene zanahoria y jengibre (pero no son dos frutas, claro).
En otro sentido, otro lugar de la misma zona, abierto desde 1935 (Furchi), suele desafiar los sentidos a través de rarezas y extravagancias como sus helados de ananás y perejil, o de pera y caramelo.
En las cadenas más conocidas, los blends de sabores frutales están a la orden del día. A raíz de la información de prensa que recibimos hace unos días, fuimos a Chungo y compramos el nuevo de naranja y piña. Quizá sea el más rico entre los que se ofrecen hoy en las heladerías si de frutas combinadas se trata. Por las dudas, en esta heladería se suele encontrar otros dos dúos: durazno con naranja, o frutilla con banana.
Se recuerda que alguna vez en Persicco lanzaron el Bellini, remedando el famoso trago veneciano. Con pulpa de durazno y espumante como en la receta del Harry's Bar. Duró lo que un suspiro, solo un loco lo pedía (yo).
Desde hace tiempo, Persicco tiene entre sus opciones el sabor llamado "frutiera" con frutilla, durazno, naranja y jugo de naranja. Diríamos que es un genérico de tres variedades, si fuera vino. Y también le sacan la frutilla y la "frutiera" queda limitada a solo naranja y durazno.
Otra cadena competidora, Freddo, incorporó el helado de Malbec y frutos rojos, además del más usual de naranja y durazno. En forma individual, estas frutas brillan por su ausencia.
Y hay más claro. En Rapa Nui, hay un exótico (porque son frutas no autóctonas y no por raras, se aclara) sabor a maracuyá y kiwi. O en Lucca, donde tienen el "banafru", es decir banana, naranja y frutilla.
En Cadore innovan con naranja y jengibre (como en el caso de Gruta no son dos frutas). Occo, una de las heladerías de la zona de Chacarita, tiene un trivarietal idéntico al de Lucca.
Y en Nonna Bianca, vecino de La Brigada en San Telmo, no solo sorprenden con rarezas como el helado de yerba mate, sino también mezclas de frutas, como melón y arándanos.
Está bueno innovar, porque en la variación está el gusto. Pero sería bueno que no sacaran de la lista a los varietales que nos gustan de toda la vida. Limón, frutilla al agua, ananás, pera, durazno, pero solitos y solos.
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