Henri es un restó sui generis por donde se lo mire. Por su impronta gastronómica, que une una ortodoxa propuesta de sushi japonés y la pastelería francesa, y porque funciona en un espacio en el que también tienen lugar la venta de propiedades y una muestra de arte.
Henri - Avenida Callao 1880 - Teléfono: 2152-0000. Abierto de lunes a jueves de 9 a 21; viernes de 9 a 24, y sábados de 9 a 14. Principales tarjetas.
Tipo de Cocina: Japonesa y Patisserie Francesa
Barrio: Recoleta
Precio: $$$
Ya hubo un antecedente en Buenos Aires de gastronomía franco japonesa. Se trataba de Tô, aquel restaurante fundado por Tôufic Reda y con el chef Emiliano Di Nisi a cargo de la propuesta. Su fundador la dio en llamar Cocina Frapanese.
Henri, el pequeño restó ubicado en el Espacio Bresson (donde funcionan además una agencia de venta de propiedades y un lugar de arte), reúne también ambas culinarias pero no las mezcla. Por un lado se trata de un bar de sushi y por el otro, ofrecen algunas opciones de baguetes y patisserie francesa.
El local fue en un tiempo una galería con varias alternativas comerciales, mucho antes una agencia de automóviles Fiat y más cerca en el tiempo, un local abandonado durante varios años.
Francisco Villamayor, director general del emprendimiento, tomó la idea de espacios similares que visitó en otras partes del mundo y lo importó a nuestro país, donde no había antecedentes de este tipo.
Lo que propone Henri es simple: sushi de alta calidad y de puro estilo japonés (sin queso crema por caso), sándwiches y pastelería de carácter francés y una coctelería de primer nivel.
Para lo primero, Francisco convocó al sushiman Eduardo Yamashiro (ex Asociación Okinawense y actualmente por las noches en Tokyo Bistró), para la panificación a los franceses de L'Epí, y finalmente al bartender belga Peter Van den Bossche (ex Casa Cavia).
Villamayor buscó el barrio más parisino de la ciudad para darle vida a este emprendimiento sui generis. Señala que el nombre del restó es un homenaje al fotógrafo Henri Cartier Bresson, considerado el padre del fotoreportaje y quien logró retratar a personalidades como Pablo Picasso, Henri Matisse y Edith Piaf, entre otros.
El local permanece abierto desde la mañana y hasta las 21, salvo los viernes cuando se extiende el horario a la medianoche, y las mañanas de los sábados. Pero la propuesta de sushi solo está vigente hasta las 15.
Yamashiro ofrece un breve pero eficaz repertorio que abreva en la tradición japonesa, la del nigiri y la falta de elementos que los japoneses prefieren evitar como el queso Philadelphia y otras extravagancias. De hecho, los únicos rolls que se ofrecen llevan tartar de salmón, pepino, palta y jengibre.
Luego, el capítulo más fuerte son los niguiris de atún, salmón, langostinos y pescados blancos. Y sashimi, por supuesto. Sin embargo, el sushiman suele sorprender con algunas variedades de pesca blanca pocos usuales de encontrar y que requieren alguna preparación especial (un marinado, tal vez). En nuestro caso, nos ofreció anchoa, trilla, lisa y el omnipresente salmón que el público reclama.
Asimismo, se completa la propuesta con un bowl chirashi, plato clásico japonés que lleva sashimi, vegetales como pepino y cebolla, arroz, etcétera. Para el mediodía una comida en sí misma.
La otra opción son las baguettes de L'Epí: de jamón crudo, mozzarella y rúcula; de salmón ahumado, brie y mezclun, o bien de brie, berenjenas y tomates secos. También se puede preguntar por la ensalada del día.
Lo dulce está presente con algunas especialidades francesas: macarrons, chausson aux pommes y sable diamant. Y por el lado japonés, helado de té verde.
La barra está abierta al mediodía, pero sobre todo funciona en el horario post oficina. Algunas creaciones de Peter son el Brokers Fashion (su versión del Old Fashioned que combina bourbon, azúcar y bitter con mezcla de cítricos), o el Henri Spritz que prepara con espumante, almíbar de flor de sauco, menta y lima. También hay cócteles clásicos.
Hay además vinos por copa, cervezas Grolsch (la auténtica holandesa) y la japonesa Asahi.
Henri se destaca por la calidad antes que por la cantidad. Un menú corto, que seguramente se irá aquilatando con el tiempo y según los requerimientos de la clientela. Y por la autenticidad, porque no es frecuente encontrar lugares de este estilo que no se dejen tentar por la versión occidental del sushi, que no está mal pero es otra cosa.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.
Siempre me fascinó Winston Leonard Spencer Churchill, no por sus ideas políticas, pero sí por muchas otras razones. Quizás una de ellas es que nació el mismo día que yo, un 30 de noviembre. Muchas de sus frases pasaron a la historia, y se sabe tanto de su papel durante la Segunda Guerra Mundial como de sus gustos de sibarita. Era fumador de habanos, como se lo puede ver en las fotos de época, pero también se convirtió en un bebedor empedernido y un gourmand. Winston Club le rinde homenaje con un bar en la planta baja, y un living speakeasy escaleras arriba. La cocina del chef Jonás Alba luce impecable en este lugar, uno de los escasos muy british que podemos encontrar en Buenos Aires.