Sifón, soda, agua gasificada. Antes era infaltable en las casas, luego tuvo un momento de oscurantismo y ahora volvió a ser protagonista de la mano del vermut y del Campari. Un restaurante de Chacarita tiene ahora al Sifón como protagonista.
Sifón Sodería- Jorge Newbery 3881 Buenos Aires. Teléfono: no se especifica. Abierto de martes a domingos desde las 18. Principales tarjetas de débito y crédito.
Tipo de Cocina: Tapas
Barrio: Chacarita
Precio: $$$
Los soderos que entregan a domicilio son sobrevivientes del marketing. No hay caso: por más ofertas de aguas gasificadas que haya en los súper, almacenes y quioscos, al sifón no hay con qué darle. nunca pierde el gas y sino lo sacudís y lo recupera.
Cuando parecía muerto, la inteligente estrategia marketinera de la empresa que comercializa Campari, hizo que la soda reviviera de las cenizas. Aparte te lo llevan a tu casa y te lo cobran barato.
Y más allá de una figura pintoresca pero al mismo tiempo ridícula, que se hace llamar "sodelier" y vende humo como nadie, la soda está volviendo a ponerse de moda enganchando además al público joven que solo conocía hasta hace poco tiempo el agua finamente o gruesamente gasificada de botella de plástico.
El nuevo espacio en el barrio de Chacarita se llama Sifón Sodería, atrae multitudes de jóvenes desde su reciente apertura y derrocha originalidad. La propuesta bebible consiste en aperitivos, tragos de la casa, bebidas sin alcohol todas con soda, vinos orgánicos de la Bodega Alberto Cecchin para "sodear" y si se prefiere, el sifón también en la mesa.
Los aperitivos y tragos salen livianitos, como para no temerle a la repetición. La soda hace su trabajo para apaciguar la intensidad. Y ahora que llega el calor y la garganta pide mucho líquido, no hay temor a la borrachera.
El ámbito es austero y nada convencional. Salón, patio y vereda. Elegir a gusto. Conviene llegar temprano si uno peina canas o le faltan pelos, de lo contrario les atraerá el bullicio y la aglomeración de gente joven.
Para acompañar, hay entradas y principales en porciones pequeñas, como las verdaderas tapas españolas pero con otro estilo de cocina. Fueron creadas por Juan Barcos, ex La Cabrera e hijo del expresidente del Senasa, Luis,que trajo al país la genética de la raza Wagyu.
Hay que decir que la comida está a altura y mucho más que eso respecto de otros lugares de estas características. Hay que pedir varias de las opciones y compartirlas. De las entradas se probaron las empanadas al horno de carne de ossobuco (dos unidades por porción), los espárragos verdes de temporada que salen con limón y un huevo frito y un platito de hummus fuera de la carta.
Los principales son de porciones chicas y para dos personas, quizá convenga pedir tres y compartirlos desde el centro de la mesa. En esta visita probamos el matambre con papa y coliflor (pequeños trazos de la carne sobre una base de puré de coliflor). Muy sabroso. Además la molleja con chalaquita, y el repollo con miso y furikake. Estos tres platos y sendas entradas resultaron suficientes para calmar el apetito.
Para los amantes de lo dulce, hay dos opciones: frutas de estación a la plancha, chocolate blanco y balsámico; o bruschetta dolce, ricota, tomate y albahaca.
Los productos de la vermutería son Cinzano, Cynar y Campari.
Sifón Sodería despierta expectativa por su originalidad y así lo demuestra el lleno completo de un jueves a la tardecita, lo que según una de las camareras es cosa de todos los días.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.
Siempre me fascinó Winston Leonard Spencer Churchill, no por sus ideas políticas, pero sí por muchas otras razones. Quizás una de ellas es que nació el mismo día que yo, un 30 de noviembre. Muchas de sus frases pasaron a la historia, y se sabe tanto de su papel durante la Segunda Guerra Mundial como de sus gustos de sibarita. Era fumador de habanos, como se lo puede ver en las fotos de época, pero también se convirtió en un bebedor empedernido y un gourmand. Winston Club le rinde homenaje con un bar en la planta baja, y un living speakeasy escaleras arriba. La cocina del chef Jonás Alba luce impecable en este lugar, uno de los escasos muy british que podemos encontrar en Buenos Aires.