Hablando en QuechuaLunes, 2 de marzo de 2020Con pinta de huarique y una cocina de "reyes" (como Lima), Quechua ofrece un amplio repertorio de la mejor expresión de la culinaria peruana. Julio Marín, que llegó al país para la apertura de La Rosa Náutica, se quedó con nosotros tras el cierre del restaurante de Puerto Madero. En el Abasto nos deleita con sus platos auténticos y precios accesibles.
Quechua - Dirección: Carlos Gardel 3163 - Teléfonos: 6009-2706 / 15 4424 6355. Abierto de miércoles a lunes mediodía y noche. Principales tarjetas.
Tipo de Cocina: Peruana
Barrio: Abasto
Precio: $$$
Todos saben que el barrio de Abasto (que para el catastro municipal no es barrio y solo hace referencia a la zona donde estaba el mercado hoy convertido en shopping), ha sido el epicentro de la movida inicial de la culinaria peruana en Buenos Aires. Por aquellos tiempos, los destinatarios eran los residentes del país hermano. Huariques nada pretenciosos, en los cuales algunos argentinos curiosos vieron un ceviche por primera vez, comieron un ají de gallina o los exuberantes pollos a las brasas.
En los huariques se come mucho, bien y barato. Una fórmula que reconforta no solo el paladar sino también el bolsillo. No hay lujos, ni hace falta tampoco. Quechua, creación del chef Julio Marín, es verdaderamente una rara avis en la gastronomía porteña.
Porque Quechua tiene pinta de huarique, pero hay factores muy elocuentes que hacen del lugar algo muy particular y diferente. Por un lado la cocina, que supera ampliamente los cánones de comida de huarique. Por el otro, la calidez contagiosa en el ambiente, más aún si hay muchos peruanos comiendo.
Asimismo, la noche no termina casi nunca sin la presencia de un joven músico que con su guitarra y voz nos deja canciones peruanas y hasta te sorprende con su emotiva versión del tango "Nostalgias". Con suerte, si le quedaron de la ronda por otros lugares de la colectividad, no dejes de comprarle una riquísimas chocotejas (versión peruana del alfajor, quizá).
Julio Marín llegó al país para hacerse cargo de la versión porteña de La Rosa Náutica, ese restaurante de Miraflores que se adentra en el mar a través de una extensa escollera. Fue chef ejecutivo de la sucursal de Puerto Madero, hasta que ante la imposibilidad de renovar el contrato del alquiler, LRN local cerró sus puertas definitivamente.
Julio decidió entonces abrir su propia casa, nada menos que la calle más gardeliana del barrio en el que vivió el "Zorzal Criollo". Con su familia ya instalada entre nosotros, vino, vio y se quedó por suerte para nuestros paladares.
Además de un chilcano o un pisco sour de rigor, hay que comenzar con las "rondas de la casa", pequeñas entradas al modo de tapas, que permiten por ejemplo compartir un ceviche clásico; chicharrón de calamar, langostinos; brochetas de pescado y causas, entre otras opciones.
De los tiempos de La Rosa Náutica no podemos menos que volver a pedir el lenguado hecho a la plancha y servido en salsa de anís, con langostinos y puré de papas, todo sostenido en una galleta de hojaldre.
La casa también funciona como bar de sushi, así que hay una gran variedad de rolls para probar, lo mismo que los tiraditos y otros ceviches no tan clásicos. "De nuestro mar" es un festival de pesca "en filet o entero". La parrilla de mariscos al grill es un plato contundente, mixtura entre la pesca y los vegetales cocinados al wok y chimichurri andino.
Hay asimismo salmón rosado o pesca blanca del día a lo macho, jalea de mariscos, tacu tacu de mariscos, y lenguado quechua (filet relleno de mariscos, servido con salsa de mariscos, papas y arroz blanco).
La carta de Quechua también ofrece platos "de res y de aves". Como por ejemplo lomo saltado o bucanero, arroz con pato, timbal de pollo con spaghetti, tacu tacu de lomo saltado, y saltimbocca de pollo. La carta es amplia y cuesta elegir entre tantas delicias.
Los postres van por el lado de lo tradicional, como el suspiro de limeña o la torta tres leches, pero también el alfajor quechua (galletas rellenas de mousse de lúcuma, que salen con helado), y el helado de café "hecho en casa" bañado en licor de café, con nostalgia por la cocina de LRN.
Nada mejor que un chupito de pisco para cerrar una comida peruanísima, en este Quechua que aúna el espíritu de huarique, la típica culinaria peruana criolla y de mar, con otras preparaciones más creativas. Julio Marín pone todo su profesionalismo para que disfrutemos de la Cocina Peruana que tanto queremos, además con una relación costo beneficio que puede calificarse como excelente.
A esta altura, Quechua es nuestro preferido entre los restaurantes ciento por ciento peruanos. Si hasta terminaremos aprendiendo algunas palabras en la lengua de los incas.
Con pinta de huarique y una cocina de "reyes" (como Lima), Quechua ofrece un amplio repertorio de la mejor expresión de la culinaria peruana. Julio Marín, que llegó al país para la apertura de La Rosa Náutica, se quedó con nosotros tras el cierre del restaurante de Puerto Madero. En el Abasto nos deleita con sus platos auténticos y precios accesibles.
Quechua - Dirección: Carlos Gardel 3163 - Teléfonos: 6009-2706 / 15 4424 6355. Abierto de miércoles a lunes mediodía y noche. Principales tarjetas.
Tipo de Cocina: Peruana
Barrio: Abasto
Precio: $$$
Todos saben que el barrio de Abasto (que para el catastro municipal no es barrio y solo hace referencia a la zona donde estaba el mercado hoy convertido en shopping), ha sido el epicentro de la movida inicial de la culinaria peruana en Buenos Aires. Por aquellos tiempos, los destinatarios eran los residentes del país hermano. Huariques nada pretenciosos, en los cuales algunos argentinos curiosos vieron un ceviche por primera vez, comieron un ají de gallina o los exuberantes pollos a las brasas.
En los huariques se come mucho, bien y barato. Una fórmula que reconforta no solo el paladar sino también el bolsillo. No hay lujos, ni hace falta tampoco. Quechua, creación del chef Julio Marín, es verdaderamente una rara avis en la gastronomía porteña.
Porque Quechua tiene pinta de huarique, pero hay factores muy elocuentes que hacen del lugar algo muy particular y diferente. Por un lado la cocina, que supera ampliamente los cánones de comida de huarique. Por el otro, la calidez contagiosa en el ambiente, más aún si hay muchos peruanos comiendo.
Asimismo, la noche no termina casi nunca sin la presencia de un joven músico que con su guitarra y voz nos deja canciones peruanas y hasta te sorprende con su emotiva versión del tango "Nostalgias". Con suerte, si le quedaron de la ronda por otros lugares de la colectividad, no dejes de comprarle una riquísimas chocotejas (versión peruana del alfajor, quizá).
Julio Marín llegó al país para hacerse cargo de la versión porteña de La Rosa Náutica, ese restaurante de Miraflores que se adentra en el mar a través de una extensa escollera. Fue chef ejecutivo de la sucursal de Puerto Madero, hasta que ante la imposibilidad de renovar el contrato del alquiler, LRN local cerró sus puertas definitivamente.
Julio decidió entonces abrir su propia casa, nada menos que la calle más gardeliana del barrio en el que vivió el "Zorzal Criollo". Con su familia ya instalada entre nosotros, vino, vio y se quedó por suerte para nuestros paladares.
Además de un chilcano o un pisco sour de rigor, hay que comenzar con las "rondas de la casa", pequeñas entradas al modo de tapas, que permiten por ejemplo compartir un ceviche clásico; chicharrón de calamar, langostinos; brochetas de pescado y causas, entre otras opciones.
De los tiempos de La Rosa Náutica no podemos menos que volver a pedir el lenguado hecho a la plancha y servido en salsa de anís, con langostinos y puré de papas, todo sostenido en una galleta de hojaldre.
La casa también funciona como bar de sushi, así que hay una gran variedad de rolls para probar, lo mismo que los tiraditos y otros ceviches no tan clásicos. "De nuestro mar" es un festival de pesca "en filet o entero". La parrilla de mariscos al grill es un plato contundente, mixtura entre la pesca y los vegetales cocinados al wok y chimichurri andino.
Hay asimismo salmón rosado o pesca blanca del día a lo macho, jalea de mariscos, tacu tacu de mariscos, y lenguado quechua (filet relleno de mariscos, servido con salsa de mariscos, papas y arroz blanco).
La carta de Quechua también ofrece platos "de res y de aves". Como por ejemplo lomo saltado o bucanero, arroz con pato, timbal de pollo con spaghetti, tacu tacu de lomo saltado, y saltimbocca de pollo. La carta es amplia y cuesta elegir entre tantas delicias.
Los postres van por el lado de lo tradicional, como el suspiro de limeña o la torta tres leches, pero también el alfajor quechua (galletas rellenas de mousse de lúcuma, que salen con helado), y el helado de café "hecho en casa" bañado en licor de café, con nostalgia por la cocina de LRN.
Nada mejor que un chupito de pisco para cerrar una comida peruanísima, en este Quechua que aúna el espíritu de huarique, la típica culinaria peruana criolla y de mar, con otras preparaciones más creativas. Julio Marín pone todo su profesionalismo para que disfrutemos de la Cocina Peruana que tanto queremos, además con una relación costo beneficio que puede calificarse como excelente.
A esta altura, Quechua es nuestro preferido entre los restaurantes ciento por ciento peruanos. Si hasta terminaremos aprendiendo algunas palabras en la lengua de los incas.