Editorial

Influencers abstenerse

Martes, 21 de junio de 2022

Está claro que Dante Liporace es uno de los pocos cocineros (o quizás el único) que dice lo que piensa y no tiene problema alguno en mandar al frente a quien sea. Fue quien salió a defender el uso de trigo transgénico frente a sus colegas, que opinan livianamente sobre algo que no conocen. Mucho antes, durante la pandemia, no tuvo empacho en decir que algunos periodistas buchones estaban mandando al frente a los que osaban trabajar a puertas cerradas, mientras callaban lo de las festicholas de Fabiola en Olivos. En los últimos días, también publicó en las redes y denunció con nombre y apellido a figuras del ambiente artístico que manguean cubiertos a cambio de tres posteos en sus cuentas de Instagram. Algunos lo criticaron por eso, pero lo bien que hace.

Antes de que nos critique algún lector, lo decimos nosotros: nos dan vergüenza ajena los colegas periodistas que llaman a un restaurante para pedir que los inviten a cambio de una nota.

Estamos en la Argentina y, por ende, lejos de lo ideal que sería que pudiéramos pagar cada visita a un restaurante. Pero la verdad es que no se puede porque, de hacerlo, estaríamos fundidos hace tiempo. Las empresas colaboran poco con publicidad y prefieren dedicar sus presupuestos a la nueva casta de influencers e instagramers, que ofrecen a cambio posteos con fotos que no sirven más que para alimentar el ego de las personas (dueños de restaurantes, cocineros, enólogos, etcétera).

Pero de ahí a justificar a los que llaman para garronear, hay un largo trecho. Si te invitan es otra cosa, porque demuestra que les interesa que tu opinión sea publicada (la de los periodistas, desde ya). Tampoco esto significa que por eso elogies a un lugar de cuarta, como hemos leído más de una vez. Las reglas de juego tienen que ser claras, desde el vamos. 

En una escala menor, esto de los instagramers sería la versión berreta de los 50 Best Restaurants, donde tenés que ponerla toda y también tirarles tu honra a los perros si querés figurar. O hacerte amigo de Narda y sus amigos de la Corpo, de última.

Unos días atrás, el chef Dante Liporace mandó al frente a dos "figuritas" del jet set tercermundista vernáculo, que pedían liberación de cubiertos a cambio de tres posteos en sus redes. Un par de fotitos, una mención y listo, a comer de arriba. Eso sí, tres veces cada una.

Claro que estos nefastos personajes no están acostumbrados a recibir un no. Y es ahí donde te bloquean y te critican por tu falta de respeto hacia su "trayectoria artística". Una es la actriz Viviana Saccone, a quien ya se le pasó su cuarto de hora. Otra, una tal Virginia Gallardo, a quien googleamos para encontrarnos con que fue una novia trucha del fallecido Ricardo Fort

Respuesta del chef mexicano Edgar Núñez a una influencer. 

En realidad, el chef les contestó educadamente. Pero, como lo publicó en sus cuentas, a las "garroneras" no les gustó nada. Es más, Gallardo (que tiene poco y nada del talento de su homónimo cocinero, Ezequiel), lo bloqueó por considerarse ofendida.

A los periodistas independientes, esta situación nos rompe bastante las pelotas. Porque nuestro trabajo se desmerece a cambio de fotos posteadas por un famoso que no lo es tanto. Y, como muchos compran espejitos de colores, les dan bola y terminan tirando la plata por aparecer en una foto y un texto de cuatro palabras (por lo general, esta gente no tiene idea de cómo redactar un texto).

Imaginamos que es lo mismo que debe sentir un cocinero de verdad, cuando comprueba que un flaco o una flaca que publica recetas afanadas o ni siquiera eso (apenas te enseñan cómo preparar unos tostados de jamón y queso como el que hizo Mallmann una vez debajo de la Torre Eiffel), tiene dos millones de seguidores y son recibidos con alfombra roja en muchos restaurantes de la ciudad.

Se nos ocurre que estos pedigüeños son algo así como los nuevos "termitas", esos caraduras que aparecen sin invitación a eventos en los cuales se comen todo lo que pueden y, lo que no, se lo llevan en los bolsillos para comer en su casa al día siguiente.

Por suerte hace tiempo que no los vemos, ya que la tecnología les juega en contra y ya no pueden pasar tan inadvertidos. Pero, como moneda de cambio, aparecieron estos instagramers que, si bien no van donde no están invitados, pretenden comer gratis con propuestas absurdas.

Desde Fondo de Olla © felicitamos a Dante Liporace por su valentía. Sería bueno que muchos más cocineros y dueños de restaurantes los manden al frente, para evitar que se transformen en otra pandemia.

Y concluimos reproduciendo la respuesta que les hicieron llegar a un influencer los dueños de un restaurante en Tarragona, España: "no quiero ser descortés, pero en los tiempos que corren, después de la pandemia y de tener el restaurante cerrado y con restricciones, venir a pedir comer gratis me parece que muestra falta de empatía y oportunismo de su parte".

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