Julia - Loyola 807 Villa Crespo - Teléfono: 7519-0514. Abierto de lunes a viernes de 20.00 a 24.00 - Principales tarjetas. Instagram: @julia.restaurante
Conocimos a Julio Báez un día antes de que se quedara sin trabajo allá por noviembre de 2017. Fue un mediodía en el Restaurante Le Sud, del Sofitel Arroyo. Nos había invitado Oliver Falchi a modo de despedida de ese hotel en el que habíamos comido muchas veces.
Julio salió desde la cocina y se presentó expresándonos su preocupación, porque de buenas a primeras el hotel cerraba y dejaba al personal en la calle. Claro que no le duró mucho el tiempo sabático, porque a los pocos días Gonzalo Aramburu lo contrataba para hacerse cargo de su Restaurante Bis, donde confió en las condiciones de su jefe de cocina para el armado de la carta dejando plenamente librada a su creatividad la nueva propuesta.
Pero sabíamos que el joven profesional nacido en Chacabuco, hijo de un excombatiente de Malvinas tenía un objetivo bien claro: abrir su propio negocio.
A mediados de 2019 alquiló el pequeño local de Villa Crespo donde había funcionado Santé Café, un gran desafío personal porque todo lo haría con mucho esfuerzo y sin padrinos que lo ayudaran. Lo que se dice empezar bien de abajo. Es así que, en la primera visita, solo eran él en la cocina, hasta incluyendo la tarea de bachero, y un mozo- sommelier en el salón.
El estilo respondía a su base francesa (el paté y el tartare de lomo siguen vigentes a pedido del público), pero ya se vislumbraba que lo que buscaba el chef era manejarse con independencia de criterio.
Desde el principio, sorprendió con su audacia al no abrir los fines de semana cuando hay mayor flujo de gente, a no hacer arreglos que implicaran concesiones y a mantener esa actitud modesta que aprendió de su jefe durante tantos años en el Sofitel.
Pero después pasó lo que dejó el tendal en el país y en el mundo. Meses sin trabajar a puertas abiertas, que lo obligaron a buscar opciones para sobrevivir.
Nos reencontramos en mayo pasado, cuando en eso que ahora llaman pop-up Julio fue invitado por el chef Diego Irato, del Sofitel La Reserva Cardales. Nos dijo en aquel momento que aún lo ruboriza que la prensa titule que es el "chef del momento" o que tiene todo reservado para varias semanas en adelante.
Así como no podemos conseguir mesa en Anchoíta, tampoco queríamos ponerlo a Julio en el compromiso de que nos diera una reserva en forma inmediata, ya que la agenda de un periodista gastronómico impide agendar con tanta anticipación.
Pero hace algunas semanas, nos sorprendió el mensaje de WhatsApp a través del cual nos invitaba para cenar en Julia en el mes de octubre. Va de suyo que su pequeño restaurante no ofrece demasiadas alternativas para invitar periodistas, dicho esto también para que nadie crea que de él se escribe y se escuchan tan buenas críticas porque se la pasa invitando gente.
Hay un detalle no revelado en lo personal, por el cual seguramente Julio siente agradecimiento por algo que pasó durante aquellos tiempos de incertidumbre. Pero en una sociedad de desagradecidos e ingratos, que alguien reconozca buenos gestos es francamente valorable.
Así que fuimos el pasado miércoles 5 de octubre, para comprobar la evolución de Julia, ahora con todo un equipo que lo secunda a partir de su jefa de cocina, Sol Peretti, quien pronto tendrá aún mayores responsabilidades porque en el corto plazo llegará la hermana menor llamada Franca Fuego y Vino, a pocas cuadras de la locación actual.
La experiencia fue un auténtico menú confiance,que incluyó no solo los platos que integran el menú degustación de 6 pasos, sino que además se agregaron otras propuestas de la carta.
Por ejemplo, el ceviche de coliflores orgánicos, naranja sanguínea y maíz frito; que te hace reconocer que un plato sin proteína animal también puede ser muy rico; el okonomiyaki de nabo y akusay, gochujang y mayonesa de krein; y una muy pedida ensalada de calamar, palta, pesto de yogur y nueces.
Tampoco podía quedar afuera uno de los clásicos de la casa: tartare de lomo, nduja y almendras de sabor picante aportado por el embutido calabrés. Un plato que no desmiente la formación francesa del chef.
El menú degustación no solo sorprende por su variada composición, sino también por el maridaje poco ortodoxo, que incluye además de vinos de bodegas pequeñas, dill & tonic y cerveza Dos Dingos Sunset Amber Ale.
Los pasos de este menú vigente durante el mes de octubre, incluyen langostinos curados en shio koji, manzana, apio y kimchigolf; besugo en escabeche y torta frita con chicharró; ramen de cordyceps, shitakes, remolacha y ajo fermentado, y granada en el fondo del plato; pesca del día con espárragos y bagna cauda de ajo negro; y vacío de Wagyu a la parrilla en su punto bleu, y flor de papa frita a la provenzal que sorprenderá por su presentación.
Luego un prepostre de naranja sanguínea champ, para terminar con marshmallows, frutillas, chocolate y escamas de coco. Aunque también llegó otro postre de la carta: sorbete de banana, cookie y dulce de leche de apionabo.
La verdad sea dicha: estamos felices de contar con propuestas de este tipo, sencillas en cuanto a las formas, creativas en sus contenidos y que son producto del esfuerzo personal de quien se lanza al ruedo sin red protectora. De impecable relación costo - beneficio.
Julio Martín Báez tiene lo que se merece: reconocimiento. Más allá de que no le gusten los elogios superlativos, o que lo abrumen comentarios laudatorios no buscados, es lo que ha logrado apenas en tres años y con una pandemia mediante que dejó el tendal. Felicitaciones.
La Boca es indudablemente "xeneize" (tal como se dice "genovés" en el dialecto ligure). Y es el único barrio de CABA emparentado únicamente con una ciudad italiana, porque allí se asentó la mayoría de los inmigrantes que llegaron desde Génova. Tan es así que el Club Atlético Boca Juniors fue fundado en 1905 por cinco genoveses. Si bien la Bombonera no tiene un restaurante dentro de sus instalaciones, desde el año pasado uno puede comer en "Genovés", bodegón moderno con una vista privilegiada del estadio. La cocina, comandada por el chef Pablo Greco, cuenta con algunos platos identificables con la gastronomía regional de la Liguria, pero aúna esas tradiciones con la parrilla argentina y otros platos de la culinaria porteña reversionados.
Takeshi Shimada es tan reconocido entre la colectividad japonesa, como en la infinidad de clientes a los que ha transmitido la cultura gastronómica japonesa desde su llegada al país en 1986. Y, sobre todo, en el Tokio Bistró que ahora está en manos de su esposa Mariko. Es un crack, un artista de la cocina y, por supuesto, un referente ineludible en lo suyo. Hoy Shimada brinda un omakase de 16 pasos en los altos de Haiku, el restaurante del polifacético Quique Yafuso, y al lado de Mixtape, el primer bar de estilo kissa en Buenos Aires.
Pasó una década desde la apertura de La Mar Cebichería; parece mentira porque justo en el medio hubo que soportar una pandemia devastadora. Cuando este concepto gastronómico de Gastón Acurio llegó a Buenos Aires, la apuesta era muy grande: ¿cómo tentar al público con un menú basado en la pesca, justo en un país que vive de espaldas al mar? Los riesgos eran grandes y había que buscar proveedores confiables, para no contentarse con dos o tres especies que eran las únicas que consumíamos con asiduidad. Y vaya si lo han logrado, hoy La Mar es mucho más que una cebichería, se ha instalado entre nosotros con una propuesta de excelencia basándose mayoritariamente en lo que nos ofrece nuestro litoral marítimo.