Copas llenas de soberbiaMartes, 1 de agosto de 2023¿Qué se creen algunos sommeliers? Por fortuna no son todos. Pero que los hay, los hay. Son los que se creen que tienen mayores conocimientos que el propio enólogo que hizo el vino. Y que ni siquiera tienen respeto por apellidos ilustres de la industria, que han hecho historia aunque ellos pretendan desconocerlo. Lo que vamos a narrar no es algo esporádico, sucede mucho más de lo que uno supone.
La pregunta es concreta, ¿Qué se creen?, ¿A quién le ganaron? Claramente las preguntas salen una vez más de nuestra propia indignación, porque ya no hay respeto por nada ni nadie.
Recordamos precisamente a una sommelier que hace unos años tuvo el tupé de decirle a alguien de la bodega que hace los espumosos más reconocidos del mercado, que sus productos no daban la talla para entrar en la carta de un hotel 5 Estrellas.
No es la primera vez que escuchamos sobre la desconsideración o, lo que es peor, el destrato a verdaderos protagonistas del mundo del vino.
No queremos ponernos ni por asomo a esa misma altura, pero también nos pasó en Fondo de Olla © alguna vez, pero no en esa oportunidad con un sommelier (usamos el genérico masculino como dice la RAE, aunque podría ser tranquilamente una sommelier), sino con una "especialista" en RRPP.
Tampoco vamos a decir que nosotros, los periodistas, somos santitos y que siempre nos portamos como señoritos. Nada que ver. Por ejemplo, a un colega no le gustó un vino que le ofrecieron en un restaurante, pidió uno más costoso, comió y bebió hasta el hartazgo y luego no publicó una sola línea (porque según él no había nada que destacar). El restaurante, vale la aclaración, es sin dudas uno de los mejores cinco del país.
Volviendo al caso que nos ocupa, que no es el único sino el último: una sommelier recién salida del cascarón maltrató a un señor que tiene uno de los apellidos más ilustres de la industria. Que lo único que hizo fue pedir una reunión para ofrecer sus vinos, en un restaurante en el que todos quieren estar y que no tiene lugar hasta el año 2050.
Habría que contarles a algunos de estos neopersonajes del vino, que antes de que ellos nacieran había familias enteras que trabajaban en la vitivinicultura argentina. Y que son familias a las cuales les debemos gran parte del prestigio que la Argentina tiene hoy en el mundo del vino.
Quizás algunas de estas familias no sean las que figuran en todos lados (no son los que sí están porque tienen con qué, sino de las que se aprovechan de los contactos políticos y ganan prestigio con plata ajena).
Es lamentable pero algunos integrantes de la sommellerie local desconocen la historia y viven su trabajo a través de las redes sociales, y creen en sus cartas solo deben estar los vinos que todos los días aparecen en esos medios instagrameables. Es decir que no importa que tus vinos sean excelentes, sino que para ellos no das el estándar por tu poca figuración en las redes. Ridículo.
Quisiéramos saber si los dueños de esos restaurantes, en los que los sommeliers maltratan a los bodegueros, están enterados de tal situación. Mejor pensar que no.
¿Se acuerdan de ese chiste que decía que el mejor negocio es comprar a un argentino por lo que vale, y venderlo por lo que se cree que vale? Cambiemos la palabra "argentino" por "algunos sommeliers" y listo. Si seguimos así, la industria vitivinícola se hace torta.
¿Qué se creen algunos sommeliers? Por fortuna no son todos. Pero que los hay, los hay. Son los que se creen que tienen mayores conocimientos que el propio enólogo que hizo el vino. Y que ni siquiera tienen respeto por apellidos ilustres de la industria, que han hecho historia aunque ellos pretendan desconocerlo. Lo que vamos a narrar no es algo esporádico, sucede mucho más de lo que uno supone.
La pregunta es concreta, ¿Qué se creen?, ¿A quién le ganaron? Claramente las preguntas salen una vez más de nuestra propia indignación, porque ya no hay respeto por nada ni nadie.
Recordamos precisamente a una sommelier que hace unos años tuvo el tupé de decirle a alguien de la bodega que hace los espumosos más reconocidos del mercado, que sus productos no daban la talla para entrar en la carta de un hotel 5 Estrellas.
No es la primera vez que escuchamos sobre la desconsideración o, lo que es peor, el destrato a verdaderos protagonistas del mundo del vino.
No queremos ponernos ni por asomo a esa misma altura, pero también nos pasó en Fondo de Olla © alguna vez, pero no en esa oportunidad con un sommelier (usamos el genérico masculino como dice la RAE, aunque podría ser tranquilamente una sommelier), sino con una "especialista" en RRPP.
Tampoco vamos a decir que nosotros, los periodistas, somos santitos y que siempre nos portamos como señoritos. Nada que ver. Por ejemplo, a un colega no le gustó un vino que le ofrecieron en un restaurante, pidió uno más costoso, comió y bebió hasta el hartazgo y luego no publicó una sola línea (porque según él no había nada que destacar). El restaurante, vale la aclaración, es sin dudas uno de los mejores cinco del país.
Volviendo al caso que nos ocupa, que no es el único sino el último: una sommelier recién salida del cascarón maltrató a un señor que tiene uno de los apellidos más ilustres de la industria. Que lo único que hizo fue pedir una reunión para ofrecer sus vinos, en un restaurante en el que todos quieren estar y que no tiene lugar hasta el año 2050.
Habría que contarles a algunos de estos neopersonajes del vino, que antes de que ellos nacieran había familias enteras que trabajaban en la vitivinicultura argentina. Y que son familias a las cuales les debemos gran parte del prestigio que la Argentina tiene hoy en el mundo del vino.
Quizás algunas de estas familias no sean las que figuran en todos lados (no son los que sí están porque tienen con qué, sino de las que se aprovechan de los contactos políticos y ganan prestigio con plata ajena).
Es lamentable pero algunos integrantes de la sommellerie local desconocen la historia y viven su trabajo a través de las redes sociales, y creen en sus cartas solo deben estar los vinos que todos los días aparecen en esos medios instagrameables. Es decir que no importa que tus vinos sean excelentes, sino que para ellos no das el estándar por tu poca figuración en las redes. Ridículo.
Quisiéramos saber si los dueños de esos restaurantes, en los que los sommeliers maltratan a los bodegueros, están enterados de tal situación. Mejor pensar que no.
¿Se acuerdan de ese chiste que decía que el mejor negocio es comprar a un argentino por lo que vale, y venderlo por lo que se cree que vale? Cambiemos la palabra "argentino" por "algunos sommeliers" y listo. Si seguimos así, la industria vitivinícola se hace torta.