Una Casona en las BarrancasLunes, 14 de agosto de 2023El chef y experto parrillero Miguel Ángel Sosa, asumió un nuevo desafío al tomar la concesión del restaurante del Club Belgrano. Saliendo de la zona de confort de sus pagos de Hurlingham, donde tiene otros dos emprendimientos gastronómicos, ofrece una cocina de alta calidad a precios muy razonables. Carnes y pastas, entre lo más destacado del menú.
La Casona de Belgrano - Arribeños 1701 esquina José Hernández, Belgrano. Teléfono: 11 3904 4855. Horarios: miércoles a sábados de 20.00 a 24.00. Precio: $$$. IG: @lacasonadebelgrano.
Miguel Ángel Sosa pasó por el Hotel Hilton, en España trabajó en el Hotel La Mola, el Arts Barcelona y el Hotel Rey Juan Carlos I. Y, previo a abrir sus propios emprendimientos en Hurlingham (La Casona del Retiro y 1980 Parrilla de Culto), fue gerente de Operaciones de La Cabrera y participó de las aperturas de los locales de Manila y Lima.
Pues bien, un día se le ocurrió volver al país, aunque afuera le iba de maravillas. Es que la familia tira y uno quiere que sus hijos no se desarraiguen.
Es decir que el chef ya sabía qué significa salir de su zona de confort. De manera que traspasar los límites de la General Paz, pero al revés (desde la provincia a CABA), podría ser un pequeño desafío comparado con el regreso al país. Pero claro, con una economía caótica como la nuestra, todo se transforma en una lucha cuesta arriba y, por ende, no hay que quitarle mérito a ningún cambio como el que nos ocupa.
Miguel Ángel Sosa es un experto en transformar los restaurantes de clubes en propuestas gourmet, que van mucho más allá de la milanesa con papas fritas y los ravioles comprados en la fábrica de la otra cuadra.
Esta vez le tocó hacerse cargo del área gastronómica del Club Belgrano, uno de los más tradicionales en el norte de la ciudad, que se fundó en 1909 en la calle Vuelta de Obligado y que, una década se mudó a la actual locación entre las calles José Hernández, Arribeños, La Pampa y Virrey Vértiz. Esta propiedad se adquirió en 1926.
El restaurante también está abierto a no socios, para lo cual hay que hacer reserva e ingresar al club por la calle Arribeños, donde está la garita de vigilancia. Caminando unos 50 metros y, luego girando a la derecha, se ingresa al restaurante con su elegante salón que recuerda a otras épocas del país donde abundaban las reminiscencias europeas.
El salón es amplio y la distancia entre mesas ideal para mantener la discreción de los comensales, una ventaja que no todos los restaurantes pueden jactarse de ofrecer a su clientela.
Una recomendación muy especial es comenzar la comida probando las empanadas (fritas), de ternera braseada con hongos y cebollas confitadas. Vienen dos unidades y se acompaña con una salsita tipo yasgua.
El jamón de Parma que se probó después llegó con sus pancitos tostados y rociados con aceite de oliva. A ello se sumó el falafel y su salsa tzatziki, de yogur y pepino.
Hay otras opciones no menos tentadoras, como la tortilla de papas clásica con emulsión de chorizo (a $ 1.800 en la primera semana de agosto, como para destacar porque en un lugar cercano la pagamos $ 4.400). Y también croquetas de espinaca, bresaola y alioli, rabas con crema de lima, y burrata con palta, peso, verdes y cherries confit.
Para continuar con la degustación, se probó el matambrito de cerdo (tiernísimo) con puré cremoso de batata y miel, así como el ojo de bife inyectado en salmuera de Malbec y su crocante rub de café, que sirven con vegetales grillados. Pedir el punto jugoso.
Está claro que, en materia de carnes, la cocina del chef Sosa es una fija. Otras opciones son el tournedó de lomo con gremolata y su risotto; pamplona de pollo, morrones asados, panceta y mozzarella con papa rústicas; pesca del día y, sobre todo, el "monumental" ossobuco "del Rey", para compartir y que se acompaña con cremoso de papas o papas españolas.Ya dijimos que las pastas son otra especialidad de "La Casona". El chef nos hizo probar dos de ellas: agnolotti de arvejas, panceta, queso brie, a la Alfredo (muy recomendables), y los raviolones de cordero en su jugo (seis horas de cocción).
Las otras variantes son los fettuccine de espinaca alla scarparo; fusilli al fierrito y salsa tres tomates, y lasagna de vegetales y ternera con salsa de tomates "della nonna".
Hay asimismo algunas minutas, como la milanesa de bife de chorizo; empanadas de carne, de jamón y queso, y de verdura; o pollito grillado.
Los postres son tradicionales en general, pero sobresale el "flan familiar" con dulce de leche, por supuesto que para compartir. Hay además tiramisú, cheesecake, brownie irlandés con helado, y americana con frutos rojos.
Cuentan con una carta de vinos muy bien lograda, cuyos precios además resultan muy razonables. Por su parte, se destaca el servicio, muy atento y discreto.
Realmente, La Casona de Belgrano es un lujo para los socios de este club ubicado en Las Barrancas, pero también para la gente del barrio y comensales de otras zonas de la ciudad.
Es muy difícil encontrar propuestas de este nivel en instituciones sociales y deportivas. Miguel Ángel Sosa lo ha logrado una vez más y, como vecinos del barrio, mucho nos alegramos.
El chef y experto parrillero Miguel Ángel Sosa, asumió un nuevo desafío al tomar la concesión del restaurante del Club Belgrano. Saliendo de la zona de confort de sus pagos de Hurlingham, donde tiene otros dos emprendimientos gastronómicos, ofrece una cocina de alta calidad a precios muy razonables. Carnes y pastas, entre lo más destacado del menú.
La Casona de Belgrano - Arribeños 1701 esquina José Hernández, Belgrano. Teléfono: 11 3904 4855. Horarios: miércoles a sábados de 20.00 a 24.00. Precio: $$$. IG: @lacasonadebelgrano.
Miguel Ángel Sosa pasó por el Hotel Hilton, en España trabajó en el Hotel La Mola, el Arts Barcelona y el Hotel Rey Juan Carlos I. Y, previo a abrir sus propios emprendimientos en Hurlingham (La Casona del Retiro y 1980 Parrilla de Culto), fue gerente de Operaciones de La Cabrera y participó de las aperturas de los locales de Manila y Lima.
Pues bien, un día se le ocurrió volver al país, aunque afuera le iba de maravillas. Es que la familia tira y uno quiere que sus hijos no se desarraiguen.
Es decir que el chef ya sabía qué significa salir de su zona de confort. De manera que traspasar los límites de la General Paz, pero al revés (desde la provincia a CABA), podría ser un pequeño desafío comparado con el regreso al país. Pero claro, con una economía caótica como la nuestra, todo se transforma en una lucha cuesta arriba y, por ende, no hay que quitarle mérito a ningún cambio como el que nos ocupa.
Miguel Ángel Sosa es un experto en transformar los restaurantes de clubes en propuestas gourmet, que van mucho más allá de la milanesa con papas fritas y los ravioles comprados en la fábrica de la otra cuadra.
Esta vez le tocó hacerse cargo del área gastronómica del Club Belgrano, uno de los más tradicionales en el norte de la ciudad, que se fundó en 1909 en la calle Vuelta de Obligado y que, una década se mudó a la actual locación entre las calles José Hernández, Arribeños, La Pampa y Virrey Vértiz. Esta propiedad se adquirió en 1926.
El restaurante también está abierto a no socios, para lo cual hay que hacer reserva e ingresar al club por la calle Arribeños, donde está la garita de vigilancia. Caminando unos 50 metros y, luego girando a la derecha, se ingresa al restaurante con su elegante salón que recuerda a otras épocas del país donde abundaban las reminiscencias europeas.
El salón es amplio y la distancia entre mesas ideal para mantener la discreción de los comensales, una ventaja que no todos los restaurantes pueden jactarse de ofrecer a su clientela.
Una recomendación muy especial es comenzar la comida probando las empanadas (fritas), de ternera braseada con hongos y cebollas confitadas. Vienen dos unidades y se acompaña con una salsita tipo yasgua.
El jamón de Parma que se probó después llegó con sus pancitos tostados y rociados con aceite de oliva. A ello se sumó el falafel y su salsa tzatziki, de yogur y pepino.
Hay otras opciones no menos tentadoras, como la tortilla de papas clásica con emulsión de chorizo (a $ 1.800 en la primera semana de agosto, como para destacar porque en un lugar cercano la pagamos $ 4.400). Y también croquetas de espinaca, bresaola y alioli, rabas con crema de lima, y burrata con palta, peso, verdes y cherries confit.
Para continuar con la degustación, se probó el matambrito de cerdo (tiernísimo) con puré cremoso de batata y miel, así como el ojo de bife inyectado en salmuera de Malbec y su crocante rub de café, que sirven con vegetales grillados. Pedir el punto jugoso.
Está claro que, en materia de carnes, la cocina del chef Sosa es una fija. Otras opciones son el tournedó de lomo con gremolata y su risotto; pamplona de pollo, morrones asados, panceta y mozzarella con papa rústicas; pesca del día y, sobre todo, el "monumental" ossobuco "del Rey", para compartir y que se acompaña con cremoso de papas o papas españolas.Ya dijimos que las pastas son otra especialidad de "La Casona". El chef nos hizo probar dos de ellas: agnolotti de arvejas, panceta, queso brie, a la Alfredo (muy recomendables), y los raviolones de cordero en su jugo (seis horas de cocción).
Las otras variantes son los fettuccine de espinaca alla scarparo; fusilli al fierrito y salsa tres tomates, y lasagna de vegetales y ternera con salsa de tomates "della nonna".
Hay asimismo algunas minutas, como la milanesa de bife de chorizo; empanadas de carne, de jamón y queso, y de verdura; o pollito grillado.
Los postres son tradicionales en general, pero sobresale el "flan familiar" con dulce de leche, por supuesto que para compartir. Hay además tiramisú, cheesecake, brownie irlandés con helado, y americana con frutos rojos.
Cuentan con una carta de vinos muy bien lograda, cuyos precios además resultan muy razonables. Por su parte, se destaca el servicio, muy atento y discreto.
Realmente, La Casona de Belgrano es un lujo para los socios de este club ubicado en Las Barrancas, pero también para la gente del barrio y comensales de otras zonas de la ciudad.
Es muy difícil encontrar propuestas de este nivel en instituciones sociales y deportivas. Miguel Ángel Sosa lo ha logrado una vez más y, como vecinos del barrio, mucho nos alegramos.