Por "La Vuelta"Viernes, 9 de agosto de 2024Curiosidades que a veces no tienen explicación lógica. Mataderos es, sin dudas, el barrio más carnívoro de CABA. En su ámbito funcionó hasta hace muy poco el Mercado de Liniers (vaya a saber uno por qué no se llamaba Mercado de Mataderos). Allí se remataba el ganado, pero no se mataba a los animales, que iban directamente de Mataderos al "matadero", en otros lugares del AMBA. Lo que sí resulta indiscutible es que en este barrio porteño está "La Vuelta", una parrilla donde la carne es protagonista y que tienta a los vecinos y comensales de otros lugares, por su relación precio calidad.
La Vuelta - Dirección: Montiel 1593, Barrio Naón (Mataderos). Teléfono: 15 5477 8217. Horarios: miércoles a lunes de 12:00 a 16:00, y de 20:00 a 00:00. Precio: $$$. Instagram: @parrilavuelta/ (parrila con una sola ele).
Antes que nada, hay que aclarar que se trata de "La Vuelta", la de Mataderos en el Barrio Naón, a pocas cuadras de la intersección de la Avenida General Paz con Emilio Castro, en CABA. Se menciona esto porque al googlear puede aparecer, del lado de la provincia, en Lomas del Mirador, un restaurante homónimo.
También hay que decir que llegar a esta parrilla barrial es muy fácil llegar, ya que hay muchos medios de transporte por la avenida circundante y la zona tampoco presenta dificultades para estacionar si uno va en auto.
Nos cuentan que allí antes funcionaban dos negocios gastronómicos con otro estilo de cocina. Pero, para hacerle honor al barrio, su propietaria, Victoria Milone decidió transformar al local en parrilla y, para ello, a través de carniceros amigos armó una propuesta con cortes clásicos y otros considerados marginales, pero que sorprenderán a quienes aún no los han probado. Ya nos referiremos al tema más adelante.
La Vuelta abrió sus puertas el 12 de julio pasado, es decir que cuando lo visitamos tenía menos de tres semanas de vida. Victoria formó equipo con el chef Fernando Fontana (quien armó el menú) y con Elías Aguilar Ruiz, sommelier que tuvo a su cargo el diseño de la carta de vinos, en la que encontramos también opciones de vinos de bodegas menos tradicionales, mucho Pinot Noir por ejemplo, y buenos precios.
El local está ubicado en la esquina de Montiel y Ercilla, que sorprende por la ancha fachada de color crema y, al frente, sobre la vereda, un amplio deck para no menos de 30 personas. Este sector cuenta con mesas y sillas de fórmica -algunas de granito verde-, sin manteles. El espacio cuenta con calefacción.
El interior es pequeño, para solo una docena de cubiertos. Hay una barra en la que se observan algunos graffiti y botellas de vermú La Fuerza.
El menú es sintético y simple; no hace falta más. Hay entradas, achuras, cortes de carne, verduras a la parrilla, ensaladas y postres. Lo primero que llega a la mesa es la panera, en la que sirven pan de campo, focaccia y, vaya sorpresa, tortas fritas. Todo hecho con masa madre.
Hay cinco entradas, pero sin dudas las empanadas de carne fritas son demasiado tentadoras como para obviarlas. Y estaban muy jugosas, como nos gustan. Se agregó también un clásico de las parrillas porteñas: buñuelos de espinaca con dip de alioli.
Otras opciones son la provoleta simple; la que sale con morrones y rúcula; o también la burrata con aceite de oliva y almendras.
Para los "achureros", no faltan las mollejas (que se presentan en buena cantidad, vale decirlo porque no siempre es así); el matrimonio (chori y morci), o bien la posibilidad de pedir cada uno de ellos en forma separada.
Antes de pasar a los cortes de carne vacuna, hay verduras a la parrilla, con alternativas como morrones asados con mozzarella y huevo frito, y papas rellenas con queso crema, panceta y verdeo. Aunque finalmente se optó por las cebollas quemadas con hummus, un acierto, además de papas fritas a la provenzal, crocantes y con buena fritura.
Ya dijimos que hay cortes de carne clásicos y otros no tanto (algunos salen por media porción ya que si no son muy exuberantes). Entre los primeros, figuran el asado, bife de chorizo y entraña, a lo que hay que agregar milanesa de bife de chorizo y matambrito a la pizza.
Los otros dos son la arañita, el poco conocido "corte del carnicero" que sale entero y como se sabe es un trozo pequeño del que solo hay uno por cada media res; y la marucha, un corte de los cuartos delanteros, ubicado entre el cuello y la espalda, que es muy común en el norte de la provincia de Buenos Aires y en Santa Fe.
Lo que se pidió fue media entraña y la arañita, fibrosa pero al mismo tiempo muy sabrosa y con poca grasa. La entraña, al ser muy fina, hay que solicitarla que la saquen vuelta y vuelta.
Para acompañar la comida se pidió el Montfleury Pinot Noir, de Cavas de Winery, que en la carta estaba a muy buen precio y no falla. Versátil cepa que va perfecto con achuras, carne y todo lo que le ponen al lado.
La sección de postres sí apuesta a los clásicos: vigilante con queso Mar del Plata y dulce de batata; budín de pan con canela, crema y dulce de leche, y brownie con helado.
La atención de nuestra camarera Lucía resultó impecable porque supo asesorarnos convenientemente y atender las demandas que uno siempre tiene como periodista.
La clave de este lugar es el espíritu familiar que convoca a gente del barrio y que seguramente podrá tentar a los no tan vecinos. A partir de su relación precio calidad muy conveniente, así como con el paso del tiempo que les permitirá tomarle el timing adecuado al negocio, seguramente encontrarán la clientela que más sabe apreciar a este tipo de parrillas de barrio que suelen ofrecer siempre un plus para agasajar a sus clientes.
Curiosidades que a veces no tienen explicación lógica. Mataderos es, sin dudas, el barrio más carnívoro de CABA. En su ámbito funcionó hasta hace muy poco el Mercado de Liniers (vaya a saber uno por qué no se llamaba Mercado de Mataderos). Allí se remataba el ganado, pero no se mataba a los animales, que iban directamente de Mataderos al "matadero", en otros lugares del AMBA. Lo que sí resulta indiscutible es que en este barrio porteño está "La Vuelta", una parrilla donde la carne es protagonista y que tienta a los vecinos y comensales de otros lugares, por su relación precio calidad.
La Vuelta - Dirección: Montiel 1593, Barrio Naón (Mataderos). Teléfono: 15 5477 8217. Horarios: miércoles a lunes de 12:00 a 16:00, y de 20:00 a 00:00. Precio: $$$. Instagram: @parrilavuelta/ (parrila con una sola ele).
Antes que nada, hay que aclarar que se trata de "La Vuelta", la de Mataderos en el Barrio Naón, a pocas cuadras de la intersección de la Avenida General Paz con Emilio Castro, en CABA. Se menciona esto porque al googlear puede aparecer, del lado de la provincia, en Lomas del Mirador, un restaurante homónimo.
También hay que decir que llegar a esta parrilla barrial es muy fácil llegar, ya que hay muchos medios de transporte por la avenida circundante y la zona tampoco presenta dificultades para estacionar si uno va en auto.
Nos cuentan que allí antes funcionaban dos negocios gastronómicos con otro estilo de cocina. Pero, para hacerle honor al barrio, su propietaria, Victoria Milone decidió transformar al local en parrilla y, para ello, a través de carniceros amigos armó una propuesta con cortes clásicos y otros considerados marginales, pero que sorprenderán a quienes aún no los han probado. Ya nos referiremos al tema más adelante.
La Vuelta abrió sus puertas el 12 de julio pasado, es decir que cuando lo visitamos tenía menos de tres semanas de vida. Victoria formó equipo con el chef Fernando Fontana (quien armó el menú) y con Elías Aguilar Ruiz, sommelier que tuvo a su cargo el diseño de la carta de vinos, en la que encontramos también opciones de vinos de bodegas menos tradicionales, mucho Pinot Noir por ejemplo, y buenos precios.
El local está ubicado en la esquina de Montiel y Ercilla, que sorprende por la ancha fachada de color crema y, al frente, sobre la vereda, un amplio deck para no menos de 30 personas. Este sector cuenta con mesas y sillas de fórmica -algunas de granito verde-, sin manteles. El espacio cuenta con calefacción.
El interior es pequeño, para solo una docena de cubiertos. Hay una barra en la que se observan algunos graffiti y botellas de vermú La Fuerza.
El menú es sintético y simple; no hace falta más. Hay entradas, achuras, cortes de carne, verduras a la parrilla, ensaladas y postres. Lo primero que llega a la mesa es la panera, en la que sirven pan de campo, focaccia y, vaya sorpresa, tortas fritas. Todo hecho con masa madre.
Hay cinco entradas, pero sin dudas las empanadas de carne fritas son demasiado tentadoras como para obviarlas. Y estaban muy jugosas, como nos gustan. Se agregó también un clásico de las parrillas porteñas: buñuelos de espinaca con dip de alioli.
Otras opciones son la provoleta simple; la que sale con morrones y rúcula; o también la burrata con aceite de oliva y almendras.
Para los "achureros", no faltan las mollejas (que se presentan en buena cantidad, vale decirlo porque no siempre es así); el matrimonio (chori y morci), o bien la posibilidad de pedir cada uno de ellos en forma separada.
Antes de pasar a los cortes de carne vacuna, hay verduras a la parrilla, con alternativas como morrones asados con mozzarella y huevo frito, y papas rellenas con queso crema, panceta y verdeo. Aunque finalmente se optó por las cebollas quemadas con hummus, un acierto, además de papas fritas a la provenzal, crocantes y con buena fritura.
Ya dijimos que hay cortes de carne clásicos y otros no tanto (algunos salen por media porción ya que si no son muy exuberantes). Entre los primeros, figuran el asado, bife de chorizo y entraña, a lo que hay que agregar milanesa de bife de chorizo y matambrito a la pizza.
Los otros dos son la arañita, el poco conocido "corte del carnicero" que sale entero y como se sabe es un trozo pequeño del que solo hay uno por cada media res; y la marucha, un corte de los cuartos delanteros, ubicado entre el cuello y la espalda, que es muy común en el norte de la provincia de Buenos Aires y en Santa Fe.
Lo que se pidió fue media entraña y la arañita, fibrosa pero al mismo tiempo muy sabrosa y con poca grasa. La entraña, al ser muy fina, hay que solicitarla que la saquen vuelta y vuelta.
Para acompañar la comida se pidió el Montfleury Pinot Noir, de Cavas de Winery, que en la carta estaba a muy buen precio y no falla. Versátil cepa que va perfecto con achuras, carne y todo lo que le ponen al lado.
La sección de postres sí apuesta a los clásicos: vigilante con queso Mar del Plata y dulce de batata; budín de pan con canela, crema y dulce de leche, y brownie con helado.
La atención de nuestra camarera Lucía resultó impecable porque supo asesorarnos convenientemente y atender las demandas que uno siempre tiene como periodista.
La clave de este lugar es el espíritu familiar que convoca a gente del barrio y que seguramente podrá tentar a los no tan vecinos. A partir de su relación precio calidad muy conveniente, así como con el paso del tiempo que les permitirá tomarle el timing adecuado al negocio, seguramente encontrarán la clientela que más sabe apreciar a este tipo de parrillas de barrio que suelen ofrecer siempre un plus para agasajar a sus clientes.