"Qué lujo me estoy dando", dijo el presidente al momento de la jura de unos de sus ministros. Eso está por verse, tratándose de políticos. Nosotros podemos decir lo mismo, pero con plena seguridad. Porque despedir el año disfrutando de un almuerzo en Roux, en compañía de dos de nuestros mejores amigos y charlando con Martín Rebaudino, es un verdadero lujo.
En mayo pasado, Roux cumplió sus primeros diez años ofreciendo una cocina de excelencia, basada en el talento de su chef, Martín Rebaudino, en los productos de la más elevada calidad que provienen de distintos lugares de nuestro país, y en la estructura del restaurante que derrocha eficiencia desde cualquier lugar que se lo mire.
Cocina, producto, servicio impecable, vajilla, copas Zalto y Riedel, cava con vinos nacionales e importados; todo en Roux está marcado por la excelencia.
La semana pasada disfrutamos de un almuerzo el último del año, en compañía privilegiada y sobremesa con Martín Rebaudino, que consideramos que ha alcanzado el punto más alto de su carrera. Aunque siempre hay lugar para seguir creciendo.
Surgido de las sierras cordobesas, con una larga trayectoria en Oviedo, dotado de talento, creatividad y modestia, este chef ha sabido construir un estilo propio, con influencias españolas seguramente, pero que a nosotros, en particular, nos remite a la cocina de Michel Bras.
En tanto uno espera que, finalmente, en el 2025 se haga justicia (pero ingenuos no somos), lo único que importa es disfrutar de esta propuesta de relación precio calidad inobjetable.
Esta vez, el convite tuvo sus propósitos, que eran probar platos nuevos que fueron incorporados al menú que se servirá en Roux esta misma noche y disfrutar de otros que, a esta altura, ya son clásicos de la casa.
Así se fueron sucediendo los pasos, sin solución de continuidad:
Gazpacho de manzana y pepino
Ceviche de chernia marplatense versión 2024
Chipirones marplatenses crocantes con gazpacho verde y esperas de pomelo rosado
Centolla fueguina con zucchini amarillos, leche de tigre de mango formoseño y falso caviar de tinta de calamar
Carmín de langostinos de Puerto Madryn, remolacha, frutillas orgánicas, cebollas encurtidas y bruma de búfala de "La Delfina"
Risotto mantecato con carpaccio de pulpo español, pimentón de Cachi, aire de trufas y chipirones malvinenses.
Cochinillo al estilo de Segovia con puré de boniato
Tubo de chocolate con base de Némesis y nueces salteñas, espuma de chocolate belga, sorbete de mandarina e infinito de caramelo
Y los petit fours, que son irresistibles, además de los vinos que acompañaron el menú, sobre todo los 45 Rugientes Corte de Blancas y Pinot Noir de Bodega Otronia, provincia del Chubut.
Solo cabe agregar que la relación precio calidad de Roux es extraordinaria. Reúne todas las condiciones para ser considerado con estrellas Michelin, porque vuela mucho más alto que lo que las listas nos quieren hacer creer. ¡Qué lujo que nos dimos¡
Roux Restó - Dirección: Peña 2300 Recoleta. Teléfono: 11 4805 6794. Horarios: lunes a sábados de 12.00 a 15.30 y de 19.00 a 00.01 AM. Reservas: roux.meitre.com y www.rouxresto.com - IG: rouxresto
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.
Siempre me fascinó Winston Leonard Spencer Churchill, no por sus ideas políticas, pero sí por muchas otras razones. Quizás una de ellas es que nació el mismo día que yo, un 30 de noviembre. Muchas de sus frases pasaron a la historia, y se sabe tanto de su papel durante la Segunda Guerra Mundial como de sus gustos de sibarita. Era fumador de habanos, como se lo puede ver en las fotos de época, pero también se convirtió en un bebedor empedernido y un gourmand. Winston Club le rinde homenaje con un bar en la planta baja, y un living speakeasy escaleras arriba. La cocina del chef Jonás Alba luce impecable en este lugar, uno de los escasos muy british que podemos encontrar en Buenos Aires.