Hasta ahora solo habíamos sido testigos de que en Mauro.it, su dueño Mauro Crivellin, se niega a darte queso si pedís una pasta rellena de pescado o con una salsa ídem.
En Inglaterra, donde pareciera que el mal gusto es moneda corriente (su cocina no está precisamente entre las más reconocidas del mundo), han sido noticia estos días porque un local de la ciudad de Norwich, sus dueños han sido más políticos que nuestro amigo Mauro, y optaron por no prohibir la pizza con ananás, sino que aquellos que pidan agregar esta fruta deberán pagar un extra de £100.
Es decir que la llamada pizza hawaiana, que aquí está por ejemplo en la carta de Güerrin en el rubro "Pizzas con frutas", tiene un costo que te desincentiva. Dicen que esta variedad fue creada en Canadá, algo que en Italia provocaría un escándalo de proporciones, por tratarse de un sacrilegio que atenta contra las tradiciones culinarias del bel paese.
Las noticias que llegan desde Norwich, es que los dueños de Lupa ("loba" en italiano), se vieron obligados a dar esta opción de incluir ananás en sus pizzas por la insistencia de algunos clientes. Para no ponerse en contra de ellos, decidieron cobrar este disparate por el extra y así, una pizza con jamón que vale normalmente £10, pasa a costar 110 unidades de la moneda inglesa.
Uno de los propietarios de Lupa, Francis Woolf, declaró a The Guardian, que aborrece la piña en la pizza (a igual que nosotros, ni siquiera en los sándwiches de miga lo soportamos). Mientras tanto, el jefe de cocina del lugar, el chino Quin Jianoran, señaló irónicamente que le gusta la piña colada, pero antes que agregar esta fruta prefiere poner "una maldita frutilla en lugar de esa amenaza tropical".
1.Pedir que te recocinen un bife porque está jugoso: $ 10.000.
2. Pedir que te cambien o saquen un ingrediente de determinado plato: $ 15.000.
3. Quejarse y pedir el cambio de una pasta porque está al dente: $ 20.000.
4 Quejarse porque el arroz del risotto está al dente, igual que lo anterior: $ 20.000 de multa.
5. Echar una montaña de queso rallado sobre la pasta: pagar el equivalente a un kilo de Parmigiano Reggiano auténtico.
6. Pedir que a un ceviche lo traigan sin ningún picante: $ 30.000
7. Pedir un café cortado o una lágrima después de terminar la comida: $ 50.000
8. Devolver el pato porque está "crudo": $ 100.000
9. Quejarse porque pediste un plato elaborado y no llega antes de los 5 minutos, andá castigado a Kansas.
10. Pedir un menú vegano en un restaurante de alta cocina: tarjeta roja inmediata.
Por el contrario, en caso de que te sirvan agua filtrada (Aqa o Local) aún gratis, el comensal recibirá gratuitamente un brindis con espumante Rosell Boher, descuento del 30% en la cuenta, y un voucher para dos personas para volver invitado por la casa.
Si a ustedes, queridos lectores, se les ocurre otra cosa, nos cuentan. Porque la idiotez humana no tiene límites.
La parrilla situada en el hotel Mio Buenos Aires vuelve a presentar este recorrido gastronómico, con un menú por pasos pensado para maridar con una selección de vinos Malbec de la línea D.V. Catena. Corresponden a otras tantas regiones vitivinícolas de nuestro país.
Al ya conocido maridaje de vinos y quesos, se suman los cócteles como una propuesta interesante para los bares y restaurantes. Una opción diferente que también se puede preparar en casa en estos días de mucho calor.
El consumo del sándwich de miga es una tradición argentina, con muy pocos casos similares en el mundo. Pero, al mismo tiempo, el producto ha tenido siempre una imagen de artículo de lujo que lo ponía fuera del alcance de los bolsillos menos favorecidos. Hasta que apareció "La Fábrica", una cadena que democratizó al sándwich de miga, al mismo tiempo que ofrecía a precio razonable otras pasiones locales, como las medialunas y las masas finas.
