Al costado del Arroyo “Rama Negra”, escondido entre las islas del Tigre y a unos 50 minutos en lancha de la terminal fluvial, turistas extranjeros y autóctonos escapan del ardiente concreto de la ciudad para relajarse en las mesas de Alpenhaus, el restaurant del Hotel & Spa homónimo ubicado en el Delta.
Los decks de madera ubicados a un costado del tranquilo arroyo junto con la preciosa vista de la zona, nos invitan a disfrutar de una deliciosa cerveza tirada y de alguno de los variados platos que nos ofrece la chef del lugar Suzanne Honzer. En los fuegos de Alpenhaus se cocinan comidas típicas alemanas, aunque los fines de semanas habilitan la parrilla para los “criollos”. Además, podemos encontrar desde clásicas sopas y guisados hasta carnes ahumadas, pescados y pastas.
Para comenzar es recomendable pedirse un chop de cerveza tirada (Isenbeck o Warsteiner) o probar una refrescante y peligrosa Radler (cerveza con limonada). Digo peligrosa porque la combinación de ambos elementos crea una bebida deliciosa y adictiva, capaz de ser ingerida en tan solo unos pocos sorbos, sin percatarnos de que arrancamos tomando medio litro con el estómago vacío.
Como entrada, la tabla Alpenhaus nos invita a compartir entre dos comensales, distintos tipos de quesos y fiambres ahumados (leberwürst, salame ahumado, salchichón alemán, cracovia y salame del cazador), ensalada Chalamade (repollo blanco, zanahoria, morrón y pepinos) y ensalada alemana de papas (papa al natural, cebolla, pepinos al vinagre y mostaza). Otra opción -aunque es más un principal-, es la Schlachtplatte, una variedad de salchichas artesanales (viena, bratwürst, knackwürst y weisswürst), y kassler (costilla de cerdo curada y ahumada), chucrut y papas al natural. Vale aclarar que todo esto siempre en plan de compartir. También hay ensaladas, omelettes, sánguches y fondues (por ejemplo la Bavaria con cerveza y pan de centeno, o la Lucerna con hierbas finas, pancitos y salchichas.
En los principales nos encontramos con el clásico y tan bien recibido por los argentinos goulash con spaetzle (ñoquis húngaros con estofado de ternera o pollo). Las sopas están presentes como el bortsch (sopa de remolacha) y la Jägersuppe (de ternera con papas, salchichas, kummel y páprika).
El ya mencionado Kassler con chucrut y papas doradas; niños envueltos con bolas de papa y repollo colorado; Leberkäse (pan de carne alemán con manteca negra) y pescados como salmón grillado con vegetales al vapor, o lenguado a la mantequilla al limón y crema de espinacas, son platos más conocidos a nuestro paladar.
A la hora de los postres, nos encontramos con una carta mas tradicional (panqueques, ensalada de frutas), aunque se puede optar por las tortas del lugar como la clásica torta Sacher, Selva Negra, Linzertorte (masa de almendras con mermelada de frambuesas) o la especialidad de la casa, strudel de manzana. Lo mejor es acompañarlas con un buen café espresso.
Alpenhaus nos traslada por unos instantes a la tierra de la cerveza y la industria automotriz, a un lugar mágico que nos llega desde el estomago al corazón sin escalas, y sin la necesidad de viajar miles de kilómetros en avión. Es en definitiva un trocito de Alemania servido en la mesa, al costado de nuestro hermoso Delta del Paraná. ¡Auf wiedersehen und danke!
Un restaurante de campo como los hay a montones en Italia. Peumayén, cuyos dueños son descendientes de alemanes del Volga, ofrece una cocina auténtica en la que se entremezclan platos autóctonos y de inmigrantes.
