Carlo Petrini, líder de Slow Food, así es fácil ser "comunista"

Miércoles, 7 de mayo de 2014
El periodista y excomunista Carlo Petrini, fue el fundador de Archigola, la organización hoy conocida en 170 países con el más marketinero nombre de Slow Food. De paso por Buenos Aires abonó la polémica una vez más, tirándose contra los alimentos masivos.



El hombre se parece a Horacio Pagani, el periodista deportivo que encontró en su “payasesca” figura un motivo para ganar rating. A priori, Carlo Petrini es la antítesis del vitalicio empleado del diario Clarín. Es una especie de gentleman a la italiana, que supo pertenecer al Partido Comunista (¿quién diría, no?), que al mismo tiempo que ataca a las multinacionales, es capaz de pedir que toda la Humanidad consuma productos orgánicos (ecológicos, según sus propias palabras).

Podemos hablar con conocimiento de causa, por cuanto hemos visitado el pequeño pueblito piamontés de Bra, zona del tartufo bianco, donde Slow Food tiene su sede central. Y para entender de una vez el concepto de la exorganización llamada Arcigola (la sigla A.R.C.I. es Associazione Ricreativa Comunista Italiana), contamos una anécdota surgida de la charla con una de sus representantes y jurado internacional, cuyo nombre nos reservamos. Quien nos recibiera en Bra, dijo a boca de jarro que “los productores argentinos no tienen cerebro, por cuanto el dinero que reciben del Estado lo usan para arreglar el baño, no para invertir en infraestructura”. Cuesta creer que la conspicua delegada de SF, tenga tamaño desconocimiento de la realidad. Ella cree que aquí, el campesino recibe subsidios como sus compatriotas de parte de la Unión Europea. Le dijimos que por el contrario, el productor argentino paga para poder exportar, pero no nos creyó. Y lanzó una catarata de improperios contra las semillas transgénicas. Petrini hizo lo propio a su paso por Buenos Aires, donde entre otras cosas, sostuvo que las multinacionales (¿también las europeas con las que mantiene vínculos cercanos?) son responsables de destruir la biodiversidad. Y que con lo que producen los campesinos de todo el mundo se podría alimentar tranquilamente a toda la población del planeta. Está claro que es más fácil hablar que hacer, decir que demostrar. Sin ponerse colorado, Petrini afirma que “la agricultura en pequeña escala es la verdadera respuesta al hambre en el mundo”. Señaló también que “la soja en la Argentina les puede dar dinero, pero no les da soberanía, por el contrario se las quita”. Sería bueno que le explique esto a Cristina, Kiciloff y Cía., que están esperando ansiosos la venta al exterior de los subproductos del “yuyo malo” para equilibrar las cuentas fiscales. La soja, en nuestro país, es una especie de “ministro de Economía” virtual.

Carlo Petrini es un personaje que nos despierta sentimientos encontrados. Compartimos muchos de sus postulados, pero otros nos parecen francamente absurdos.

Va de suyo que Carlo Petrini nos predispone mal, no sólo porque sus seguidores locales aprueban a libro cerrado todo lo que diga su mesías alimentario, cual miembros de una secta donde nadie piensa salvo el gurú, sino que en realidad con sus palabras abona su condición de bon vivant de la “izquierda caviar”. Aún así, no podemos dejar de compartir algunas de sus expresiones. Por ejemplo, cuando afirma que “un chef debe saber agronomía, ganadería, agricultura, biología, es una disciplina humanística”, para agregar que “el chef puede ser un protagonista mediático, pero en este momento necesitamos de una nueva profesionalidad”. ¿Y los periodistas, qué?, nos preguntamos. ¿Acaso no debieran saber todo eso también? O cuando sostiene que “un ecologista que no es gastronómico es triste; esta revolución la ganaremos por la alegría, no por el sufrimiento”. O cuando SF organiza Terra Madre, a la que concurren en Turín 6.000 delegados de la organización, muchos de ellos productores pequeños, pero también una gran cantidad de conspicuos integrantes de la “gauche caviar”, como le dicen los franceses. También afirma que “es necesario saber de dónde viene lo que comemos, fortalecer la educación alimentaria, no valorar un alimento sólo por su precio”.

Curioso personaje Don Carlo Petrini, excomunista devenido en elitista, que de la Argentina viajó al Uruguay para visitar al Pepe Mujica. Seguramente que habrá llamado la atención la contradictoria vestimenta del italiano con la sencillez del presidente uruguayo, quien lo debe haber atendido en sandalias y sin corbata, claro.

Foto: Wikipedia

 
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