Como no tenemos suficientes pavadas, las importamos. La última tendencia snob (bajo el pretexto de la salud) es tomar jugo de pasto. Los "importadores" de la idea la trajeron de los Estados Unidos y ya se vende en más de cincuenta bares porteños. Dicen que transmite la energía del sol. Una buena manera de vender espejitos de colores.
Hay un tipo de argentino al que le encanta comprar todas las boludeces que vienen "de afuera" solo por eso, porque son foráneas. El último ejemplo de tilinguería es el jugo de pasto de trigo orgánico que, aunque parezca increíble, se está imponiendo en las cartas de algunos restaurantes porteños.
“Nos enteramos de la movida en los Estados Unidos y montamos un vivero orgánico acá: ‘compostamos’ la tierra, la mineralizamos y producimos el wheatgrass, lejos de animales, en un lugar limpio, sin contaminación, y especialmente acondicionado”, explica Diego Almada, uno de los socios de LuzVida, un vivero dedicado a producir el pasto para el jugo. La noticia, publicada días atrás en el Diario Perfil, señala también que es de color verde intenso, el gusto es fuerte y dulce, con un inevitable dejo de “sabor a pasto” (habrá que preguntarle a alguna vaca alimentada con pasturas de la Pampa húmeda para saber si esto es cierto.
Los bares que venden este adefesio, señalan que causa múltiples beneficios a la salud, pero en la misma nota Edgardo Ridner, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, es contundente. “Este es un buen ejemplo del folclore nutricional. Hace casi un siglo, alguien germinó semillas de trigo, las exprimió y dijo que era el elixir de la vida, y vuelve como moda de tanto en tanto. Pero en realidad, su valor nutricional es cero, al igual que el medicinal”.
También el mediático Alberto Cormillot hecha por tierra cualquier verso. Afirmó que el jugo de clorofila no tiene ninguna propiedad especial. Dice que “la clorofila es vital para las plantas, pero no existe ningún estudio que compruebe que la ingesta del jugo en ayunas o junto con las comidas, aporte algún tipo de beneficio a la salud del ser humano”. Y agrega que “no hay ninguna publicación científica que hable del tema, ni existen estudios serios sobre supuestos beneficios”.
Según Cormillot, el jugo de pasto “no es más que un líquido que puede parecer sabroso a algún grupo de personas, que si lo toman es por gusto propio y afortunadamente no produce ninguna consecuencia ingerirlo”. Asegura que se trata de una moda que quizá se extienda o desaparezca en un tiempo.
Jugo de pasto, el nuevo verso que importamos de afuera y para que la gilada gaste fortunas. Muchachos no sean dolobus, como decía el gran Guillermo Vilas, cansado del césped de las canchas de Wimbledon, “el pasto es para las vacas”.