Un sommelier sin ínfulas de grandeza

Jueves, 5 de enero de 2012
Me han creado la injusta fama de ser un “antisommelier”, lo cual es verdaderamente falaz. Alejandro Barrientos, sommelier del Alvear Hotel, es un auténtico profesional y acaba de lanzar su propio libro “El perfecto Sommelier”. Lo celebramos.

Odio la soberbia, la indiscreción, los egos y las ínfulas. Así se trate de sommeliers, periodistas, enólogos, ingenieros agrónomos, veterinarios, jugadores de fútbol, directores técnicos o cineastas. Con toda esta fauna me he topado algunas veces en mi labor de periodista; también los hay que demuestran ser todo lo contrario. Es decir, sensatos, modestos, discretos y serviciales, como debe ser. No es mi culpa que exista toda una camada de jóvenes imberbes que se la “creyeron”. Y tampoco periodistas pedantes, algunos de los cuales también cumplen la doble función: escribir y recomendar vinos. Alejandro Barrientos es gallego (de Galicia, de La Coruña), se crió en Suiza y vive en la Argentina. Desde hace más de una década es el responsable de los vinos de una de las cavas de restoranes más importantes de la Argentina. Me refiero a La Bourgogne, del Alvear Hotel. Y lo importante es que aprendió el oficio y respeta al cliente, como otros no lo hacen. Además de sus múltiples funciones, se tomó el trabajo de escribir un libro “El perfecto Sommelier” (la mayúscula en la palabra sommelier está tomada del original), con el aporte de Claribel Terré Morell. Pasaré por alto el prólogo por razones obvias y también algunas opiniones cuyos voceros tampoco me satisfacen demasiado. Otros sí, para que no me odien todos.

No es ésta una obra común y corriente. Por el contrario, se trata de un compendio interesante de historias, anécdotas personales del autor en el ejercicio de su profesión, entrevistas, opiniones y detalles, algunos de los cuales comparto y otro no tanto, como la breve referencia a la agricultura biodinámica. Pero no es un libro que te enseñe a catar, que abunde en tecnicismos y que te aburra con los aromas primarios, secundarios y terciarios. La lectura me resultó amena e instructiva. Y no pude menos que morirme de la risa con las comparaciones entre la figura del enólogo y la del sommelier, que Alejandro Barrientos tomó del blog de la Fundación del Español Urgente. Por ejemplo: el enólogo dice que “la acidez volátil está alta” (conozco a un periodista que repite siempre lo mismo), el sommelier que “presenta notas acéticas”, la traducción para iniciado es que “el vino está picado”. Otro caso; el enólogo afirma que “las uvas no alcanzaron una suficiente maduración”, el sommelier que “el vino presenta taninos verdes y secantes”, traducción para iniciado: “el vino es astringente y raspa, deja la boca más seca que si chuparas papel higiénico”.

El capítulo sobre “Los miedos del sommelier” está muy bueno. Dice Barrientos que hay dos miedos fundamentales en la vida diaria del sommelier: que un cliente te rechace una botella o que se te rompa un corcho (que muchas veces ocurre y no por falta de pericia). Cuenta un caso que le sucedió con un personaje mediático al que le ofreció un Vega Sicilia Unico 2001, por el módico valor de 900 dólares. Y se le quebró el corcho al abrirlo, lo cual no fue impedimento que una vez colado, el cliente lo aceptara gustoso (Alejandro no lo dice pero suponemos que por tratarse de ese vino debe ser quien tiene las iniciales MT).

Recomiendo la lectura de “El perfecto Sommelier”, sobre todo a los “iniciados”, pero también a los que “se la creyeron”. Les será muy útil a todos.
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