Nadie puede discutir que El Viejo Cañón es un clásico en la zona sur del Conurbano. La cantidad de comensales que suele completar la capacidad del local, señala inequívocamente que lo que se ofrece es del gusto de sus clientes. La fórmula, por remanida y sencilla no deja de ser exitosa: platos de raigambre porteña, las comidas que se hacían en nuestras casas de inmigrantes, y la infaltable parrilla que, la no dudarlo, es “el” símbolo del estilo de comer que tenemos en estas pampas. Eso es lo que ofrece, ni más ni menos, El Viejo Cañón.
Hasta 1994, El Viejo Cañón funcionó como cervecería y lugar de picadas. Reabrió sus puertas hace diez años para ofrecer generosos platos y una parrillada tal como nos gusta a los argentinos.
Guillermo, el mozo que nos atendió y al que conocemos desde hace veinte años cuando trabajaba en una parilla de San Telmo, nos comentaba que no tenía grandes expectativas cuando lo llamaron para trabajar en el bodegón de Avellaneda. Pero en cuestión de horas, se dio cuenta de que había algo de magia en el lugar. Y se lo ve contento (como a sus compañeros) atendiendo las mesas con buena onda y predisposición, al fin y al cabo la mayoría de los comensales son habitués del lugar. Sólo así se entiende la popularidad de El Viejo Cañón, un referente de la zona sur y allende el Riachuelo. En síntesis, todo se debe a que te dan de comer lo que nos gusta a todos y no te matan con la cuenta.
Una buena decisión es comenzar con el jamón serrano de la casa, o bien con unos hinojos gratinados con panceta frita. Las picadas, que dieron origen al lugar, siguen presentes con opciones de fiambres o de frutos de mar. La parrilla no falla nunca; probamos chorizos y morcillas, entraña (sorpresa para un acompañante extranjero que descubrió este corte bien argento) y matambrito de cerdo. De la cocina, el chef Gustavo Gómez recomienda abadejo provenzal con papas y zanahorias; fideuá de fetuccini con calamares, choritos y gambas, y los “Especiales” (ossobuco braseado con risotto milanés; escalope de lomo del Piamonte con salsa de hongos secos, champiñones y panceta; cordero en salsa de hongos con polenta frita; bondiola de cerdo al Chablis con espárragos, papas y batatas; conejo con hinojo y vino blanco). Hay postres “clásicos imperdibles” según define la carta, tales los casos del flan casero al huevo, tarantela y “borracho El Cañón”, entre otros. Extensa carta de vinos, sin sobreprecios. Valor promedio del cubierto, desde 150 pesos. Servicio de mesa: 19 pesos. El Viejo Cañón dispara como el primer día.