Viejo Café Tortoni, templo y bar de Buenos Aires

Jueves, 12 de septiembre de 2013
Por: Juan A. Bazán jbazan@fondodeolla.com.ar
Cientos de turistas hacen fila diariamente para ingresar al viejo Café Tortoni, atraídos por una larga historia que lo ha convertido en "el café porteño".




Roberto Fanego, el señor Tortoni

El público local, en cambio, hace un hábito de esa costumbre de compartir un pocillo de espresso (café Express dicen los porteños) con un amigo, una cita amorosa o simplemente sentarse a leer el diario en una de las mesas de mármol que son un icono del lugar. El Café Tortoni es el más antiguo del país, fue fundado en 1858 por Jean Touan, un inmigrante vasco francés oriundo de Burdeos. Monsieur Touan se inspiró en un café parisino que se encontraba en el Boulevard de los Italianos, cerca de la Opera. Allí se reunían los principales pintores impresionistas y eran habitúes Víctor Hugo y Charles Baudelaire, entre otras personalidades. Cuando Touan abre su negocio en Buenos Aires, decide bautizarlo con el nombre de aquel café de París.

Pero también grandes nombres pasaron por el Tortoni: Carlos Gardel, Jorge Luis Borges, Julio de Caro, Julián Centeya, Alfonsina Storni, el Rey Juan Carlos de España, Baldomero Fernández Moreno, Juan Rulfo, Leopoldo Marechal, Vittorio Gasman, Federico García Lorca, Marcelo T. de Alvear, Juan Manuel Fangio, Juan de Dios Filiberto, hasta  Hillary Clinton y Francis Ford Coppola, quien no dudó en elegirlo para rodar algunas escenas de su último filme.

Todos se fotografiaron en sus mesas. Dicen que en las oscuras habitan sus fantasmas, y en sus mesas de roble y mármol verde, se sentaron artistas, hombres de letras y parlamentarios que traspasaron algo de su personalidad a este tradicional café, inseparable ya de la historia de Buenos Aires. Al menos, esto es lo que parece detectar cada visitante actual al famoso café de la Avenida de Mayo.

Un personaje infaltable en el Tortoni es Roberto Fanego. Es responsable de administrar el viejo local de Avenida de Mayo 829, “monumento histórico de la ciudad”. Fanego camina todos los días esas mesas de roble y mármol verde,  que también supieron albergar a refugiados españoles, republicanos escapados de la dictadura franquista.

Además del café, el Tortoni se caracteriza por el chocolate caliente con churros (no en esta época, claro), tés saborizados, o en hebras, acompañados por una porción de torta, carnes a la parrilla para no desentonar con la gastronomía argentina, vinos nacionales, y también cerveza y sidra tirada con las picadas porteñas. En la letra del tango “Viejo Tortoni”, hay un par de frases que definen a este emblema de la ciudad: “con algo de templo, de posta y de bar”... y además: “Un eco cercano de voces que fueron”.

Fotos: Juan A. Bazán / Café Tortoni / Flickr

 
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