Ayunando en Aerolíneas Abstemias

Miércoles, 9 de abril de 2014
La doble A de Aerolíneas Argentinas podría tranquilamente llevarnos a una asociación libre entre Abstinencia-Ayuno y Abstemia. Casi a pan y agua, como los presos.


Un grupo de amigos gourmands, todos ellos de la Cofradía del Cálculo, realizamos un viaje a Lima, la capital del Perú, para disfrutar de la comida y los piscos del país hermano. La decisión (errónea) fue viajar por la aerolínea de bandera y no precisamente por hacerle caso a Kristina, que como todos sabemos se sube solamente al helicóptero presidencial o en el Tango 01, el avión que alguna vez compró su compañero de partido, el Turco. Mala elección y les vamos a contar por qué. El vuelo de ida estaba programado originalmente para las 19, pero sufrió varias modificaciones, pero siempre en un horario en el cual uno espera que le den algo interesante de comer. La llegada a Lima fue cerca de la medianoche, por cuanto como es sabido AA suele salir atrasado y llegar ídem.

Pero vamos por partes. La nueva terminal C está muy buena, pero con eso no alcanza. Es raro, pero para llegar al avión hubo que subirse a un bus, porque parece que no había manga disponible (sí, como en Aeroparque y por LAN, a la que le sacaron ese derecho para beneficiar a AA). Menuda sorpresa tuvimos al comprobar que el aparato era uno de esos viejísimos Boeing 737, los mismos que te pueden llevar a MDQ, Mendoza y otros lugares del país. Tan obsoleto que por más que la azafata se empeñara en pedirle a nuestro vecino que pusiera su asiento derecho para el despegue, éste no pudo, la poltrona estaba hecha pelota y en estado de inclinación permanente (leve, por cierto, como todos los aviones en clase turista). Resignada, la aeromoza frunció el seño y se fue sin decir palabra.

Alguna vez nos hemos referido en FDO a la comida en vuelo, pero esta vez nos quisimos detener en AA, la aerolínea de bandera, que un vuelo internacional te mata de hambre y de sed.

Pero lo peor fue la comida, o mejor dicho la falta de ella. Y de bebida también. Pasen y vean. AA podría ser también Aerolíneas Ayuno o Aerolíneas Abstemias. El viaje de ida duró cinco horas y media. Salió con casi 45 minutos de atraso. De manera que una vez alcanzada la altura de crucero, vimos movimiento, los carros que empezaban a ser cargados y las azafatas dispuestas a darnos de comer. No es que tuviéramos grandes expectativas, ni mucho menos. Pero al menos esperábamos algo más que la “cajita infeliz” que te alcanzan en los vuelos de cabotaje. Frío, frío, porque comida caliente no apareció jamás. Vean la foto sacada por nuestro amigo y colaborador Leandro Caffarena. La imagen es elocuente: un par de sánguches de miga, uno blanco y otro negro (no sabemos si de viejo), más un alfajor negro que a la vuelta fue blanco. Poco y nada para un viaje tan largo y al exterior. Pues bien, a la pregunta “¿qué quiere beber señor?, no es que hayamos respondido “whisky”, “vino” o “coñac”. Sólo pedimos una simple y barata cervecita (aún la que no le encontramos el sabor). La azafata de la cara de piedra, nos respondió: “no tenemos nada de alcohol, señor”. Una pena, porque un poquito de alcohol para soportar la incomodidad del asiento estrecho, no hubiera venido nada mal. Había agua, Coca común y Light, y Sprite. Eso fue todo. Nunca más pasaron durante las cuatro horas siguientes, ni siquiera se veía luz detrás de la cortina. A pan y agua, como los presos, y a cierta hora ya ni agua te dan.



Para concluir, les contamos que tras el viaje, la espera de la combi, la llegada a Miraflores (en Perú son dos horas menos) y el check in, se hicieron las 11.30 hora local y no habíamos comido más que los mustios sánguches, y ni siquiera el alfajor que estaba más seco que un argentino después de cobrar su mísero sueldo y pagar los impuestos. Tras recorrer algunos lugares en este elegante barrio de Lima, encontramos un bar llamado Tahití, donde pudimos bebernos unas cuantas botellas de Cuzqueña, y comer un Club Sandwich. Brindamos por nuestra querida AA, la aerolínea de bandera, que hoy nos quiere convertir a todos en faquires. Ah, y a la vuelta la demora fue de casi tres horas y la comida, la misma basura. Gracias AA por cuidarnos la silueta y el hígado, qué buenos que son los chicos difíciles (Tinelli dixit).

 
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