La Picantería Miércoles, 22 de octubre de 2014La Picantería es un lugar simpático, de mesas compartidas y platos sencillos del norte del Perú. De ahí a que sea el 31º mejor restaurante de América Latina hay un largo trecho.
Imposible empezar este comentario sin recordar que La Picantería es, según los jurados de la Guía S. Pellegrino 50 Best Latinoamérica, el restaurante número 31. Esto demuestra que en todos lados se cuecen habas, y que no sólo los jurados argentinos son “inefables” en cuanto a sus decisiones. Ubicar a La Picantería, una cantina (huarique para los peruanos), donde compartís la mesa con quien te toque, donde pedís sardinas y te abren una lata, y donde el servicio es caótico, lento, las mesas incómodas, el lugar estrecho, salón ruidoso, resulta casi una bufonada de parte de quienes lo eligieron.Para hacer una comparación, es como si aquí pusieran entre los mejores restaurantes del país a Los Talas del Entrerriano, donde se come bien pero que no posee infraestructura ni un mínimo nivel de servicio gourmet. La excusa de quienes organizan esta lista es que lo que se vota son experiencias, con lo cual para mí una experiencia es la de comer una bondiola en un carrito de la Costanera Sur, pero no por eso lo voy a catalogar como un restaurante destacado.
EN LA PICANTERÍA (“PA´QUE PIQUES Y TE RÍAS”), SE COME RAZONABLEMENTE BIEN, PERO LA RELACIÓN PRECIO CALIDAD TERMINA SIENDO BASTANTE INCONVENIENte
Llegamos a La Picantería temprano, ya que es la única forma de conseguir lugar, pues no hay reservas. Las mesas son rústicas y largas, los manteles de hule, te ubican como pueden, con la ventaja (para quien así lo desee) de entrar en conversación con los de al lado. Aunque esto también es una lotería, claro. Te colocan además unos delantales-baberos de papel, para evitar una mala experiencia con la ropa.
Todo simpático pero la cuenta se acerca más a la de Central que a la de Canta Rana. La Picantería (“pa´que piques y te rías), está ubicado en un barrio popular, a dos cuadras del mercado de Surquillo. El chef es Héctor Solís, cuyos padres abrieron en Chiclayo un restaurante llamado “Fiesta”. Durante nuestra visita solo vimos a varias cocineras trabajando con ahínco, despinando pescados y preparando anticuchos de corazón, sudados, cebiches como el de pato (receta Huaral), rocoto en chupe y un plato emblemático del lugar, como lo es el adobo de codillo de lechón. También hay una parrillada mixta con ubre, lengua y panza; parihuela de cangrejos, y tortilla de erizos.
Pero la especialidad de la casa son los pescados enteros, frescos, bien condimentados. La pesca del día era corvina y chita (que en el Perú no es una mona sino un pez), Pero también ofrecían variedades no conocidas para nosotros, como cabrilla, pejesapo (¿será un bagre?), tramboyo, pirucho, cachema, rinchín, pampanito y fortuno. Para darse una idea, el pescado se vende por peso (el rinchín, a 110 soles es el más caro, la mayoría está en 90 soles). Tener en cuenta el valor de sol respecto del dólar es de 2,80. O sea que al cambio oficial más el 35% nos daría algo así como 300 pesos el kilo de pescado puesto en la mesa de La Picantería. Y hay que caranchear nomás.
El postre tradicional es el suspiro norteño, pero hay marcianos de fresa, chocolate y algarrobina. Son helados refrigerados en bolsitas que se consumen como nuestros palitos. Los venden en la zona del vecino mercado de Surquillo a 1,50 soles, pero en La Picantería hay una versión un tanto más prolija. Para beber, chilcanos, chichas, sangría andina. Llevamos nuestros vinos, claro.
La Picantería - Francisco Moreno 388 (Ex Santa Rosa) Surquillo, Lima - Abierto todos los días desde el mediodía hasta el cierre.
La Picantería es un lugar simpático, de mesas compartidas y platos sencillos del norte del Perú. De ahí a que sea el 31º mejor restaurante de América Latina hay un largo trecho.
Imposible empezar este comentario sin recordar que La Picantería es, según los jurados de la Guía S. Pellegrino 50 Best Latinoamérica, el restaurante número 31. Esto demuestra que en todos lados se cuecen habas, y que no sólo los jurados argentinos son “inefables” en cuanto a sus decisiones. Ubicar a La Picantería, una cantina (huarique para los peruanos), donde compartís la mesa con quien te toque, donde pedís sardinas y te abren una lata, y donde el servicio es caótico, lento, las mesas incómodas, el lugar estrecho, salón ruidoso, resulta casi una bufonada de parte de quienes lo eligieron.Para hacer una comparación, es como si aquí pusieran entre los mejores restaurantes del país a Los Talas del Entrerriano, donde se come bien pero que no posee infraestructura ni un mínimo nivel de servicio gourmet. La excusa de quienes organizan esta lista es que lo que se vota son experiencias, con lo cual para mí una experiencia es la de comer una bondiola en un carrito de la Costanera Sur, pero no por eso lo voy a catalogar como un restaurante destacado.
EN LA PICANTERÍA (“PA´QUE PIQUES Y TE RÍAS”), SE COME RAZONABLEMENTE BIEN, PERO LA RELACIÓN PRECIO CALIDAD TERMINA SIENDO BASTANTE INCONVENIENte
Llegamos a La Picantería temprano, ya que es la única forma de conseguir lugar, pues no hay reservas. Las mesas son rústicas y largas, los manteles de hule, te ubican como pueden, con la ventaja (para quien así lo desee) de entrar en conversación con los de al lado. Aunque esto también es una lotería, claro. Te colocan además unos delantales-baberos de papel, para evitar una mala experiencia con la ropa.
Todo simpático pero la cuenta se acerca más a la de Central que a la de Canta Rana. La Picantería (“pa´que piques y te rías), está ubicado en un barrio popular, a dos cuadras del mercado de Surquillo. El chef es Héctor Solís, cuyos padres abrieron en Chiclayo un restaurante llamado “Fiesta”. Durante nuestra visita solo vimos a varias cocineras trabajando con ahínco, despinando pescados y preparando anticuchos de corazón, sudados, cebiches como el de pato (receta Huaral), rocoto en chupe y un plato emblemático del lugar, como lo es el adobo de codillo de lechón. También hay una parrillada mixta con ubre, lengua y panza; parihuela de cangrejos, y tortilla de erizos.
Pero la especialidad de la casa son los pescados enteros, frescos, bien condimentados. La pesca del día era corvina y chita (que en el Perú no es una mona sino un pez), Pero también ofrecían variedades no conocidas para nosotros, como cabrilla, pejesapo (¿será un bagre?), tramboyo, pirucho, cachema, rinchín, pampanito y fortuno. Para darse una idea, el pescado se vende por peso (el rinchín, a 110 soles es el más caro, la mayoría está en 90 soles). Tener en cuenta el valor de sol respecto del dólar es de 2,80. O sea que al cambio oficial más el 35% nos daría algo así como 300 pesos el kilo de pescado puesto en la mesa de La Picantería. Y hay que caranchear nomás.
El postre tradicional es el suspiro norteño, pero hay marcianos de fresa, chocolate y algarrobina. Son helados refrigerados en bolsitas que se consumen como nuestros palitos. Los venden en la zona del vecino mercado de Surquillo a 1,50 soles, pero en La Picantería hay una versión un tanto más prolija. Para beber, chilcanos, chichas, sangría andina. Llevamos nuestros vinos, claro.
La Picantería - Francisco Moreno 388 (Ex Santa Rosa) Surquillo, Lima - Abierto todos los días desde el mediodía hasta el cierre.