Las segundas partes sí fueron buenasJueves, 5 de marzo de 2015Mucho antes de lo esperado, Fondo de Olla volvió a Lima para revisitar lugares notables como Central, descubrir otros de altísimo nivel como Maido, devorar pescados y mariscos en El Pez Amigo, conocer Maras y mucho más
Los lectores de Fondo de Olla habrán sabido apreciar la serie de notas tituladas bajo la saga “Lima para Gourmets”, que constó de notas generales sobre la cocina peruana, los cebiches, el pisco, los restaurantes de altísimo nivel como Central; los pintorescos como Canta Rana y La Picantería, inclusive un fiasco como Amaz; un antro carnívoro como Osso; El Mercado, con la onda de La Mar y Pescados Capitales; Sukha y su onda oriental con el amigo Guido Gallia. Esta vez no compartimos el viaje con cinco amigos; sí con dos mujeres (esposa e hija) no tan afectas a devorarse todo como los compinches del viaje anterior. Así surgió una experiencia diferente, que nos dejó la sensación de que vale la pena tomarse un avión porque Lima está a solo cuatro horas de vuelo y es la capital sudamericana de la gastronomía. Vale aclarar que esta segunda visita gourmet siguió a un recorrido por tierras colombianas, a lo que también nos referiremos más adelante.
El primer encuentro tuvo lugar en Maras con el chef Rafael Piqueras, a quien conocimos el año pasado en Buenos Aires, gracias a la generosidad de Emilio Garip, quien lo trajo al país para que cocinara en Oviedo. Y la noche del debut fue destinada a Central, que haciendo honor al título de esta nota, sí fue muy buena como segunda parte. Sucede que uno cuando va por primera vez a un lugar de nivel superlativo, el deslumbramiento resulta mayor. Y resulta complicado que la segunda visita esté a la misma altura. Podemos decir que Central demuestra que, excepción que confirma la regla y por una vez, los de la Guía S. Pellegrino no se equivocaron al colocarlo en el primer lugar del ranking de toda América latina. Claro está que ninguno de estos chefs “monstruos” parece preocupado por los rankings, los premios ni los reconocimientos que no sean los de su propia clientela.
Ya hablaremos de Central y esta segunda vuelta, claro.
La mayor satisfacción de este viaje fue sin dudas la visita a Maido, el enorme restaurante de Mitsuharu “Micha” Tsumura, a quien aún se lo puede ver en algunos programas de El Gourmet. Su menú degustación de dieciséis pasos es un monumento al quinto pecado capital. ¿Cómo no ser goloso con semejante desfile de delicias gastronómicas? Y además con el privilegio de que el chef comparta la mesa durante todo el almuerzo, un acto de generosidad de su parte y un lujo que sólo nos puede dar la profesión de periodista. Estén atentos a la próxima nota de esta saga, porque Maido dará que hablar cada vez más.
Maido fue el gran descubrimiento de este segundo viaje gourmet a Lima. Y compartir todo el almuerzo con Micha un placer extra.
Repetimos también Sukha, esta vez en el Lounge Bar del segundo piso (sería el primero para nosotros, porque en Perú la planta baja es el primer nivel). No podíamos menos que revisitar también el Pisco Bar, donde con su sonrisa permanente Ricardo Carpio nos esperaba con sus chilcanos y las clásicas degustaciones de piscos artesanales de la barra. Su recomendación del año pasado, que había quedado postergada por falta de agenda, tuvo esta vez su correlato en El Pez Amigo, propiedad de Luis Carpio, el tío de Ricardo. Cebiches, vieiras con su coral gratinadas (pues que aquí les dicen conchas), pulpo al olivo, pesca del día (corvina) y pez espada. Quien no coma pescado no sabe lo que se pierde. El Pisco Bar nos demostró que es un lugar donde además se puede comer muy bien.
Agreguemos las visitas al supermercado Wong y sus góndolas que nos hacen cometer otro pecado: la envidia. Aquí, en cambio, algunos pregonan que prefieren que haya papa Spunta para todos y todas (ojalá fuera así), antes que llenar las góndolas de productos gourmet. Y también al Mercado de Surquillo, con sus puestos repletos de frutas y vegetales, hierbas, especias y mucho más. Obviar aquí la carne, los pescados y los pollos (con sus pescuezos y cabezas colgando hacia abajo).
Lima te devora con sus tentaciones gastronómicas. Te hace sentir que comer es uno de los actos más gratificantes para el ser humano, aún cuando no estés hambriento. Y que cada vez te sorprende más y mejor. Sí segundas partes fueron buenas, no buenas sino excelentes lo aseguramos. Continuará…
Fotos de Julián De Dios y Maido.
Mucho antes de lo esperado, Fondo de Olla volvió a Lima para revisitar lugares notables como Central, descubrir otros de altísimo nivel como Maido, devorar pescados y mariscos en El Pez Amigo, conocer Maras y mucho más
El primer encuentro tuvo lugar en Maras con el chef Rafael Piqueras, a quien conocimos el año pasado en Buenos Aires, gracias a la generosidad de Emilio Garip, quien lo trajo al país para que cocinara en Oviedo. Y la noche del debut fue destinada a Central, que haciendo honor al título de esta nota, sí fue muy buena como segunda parte. Sucede que uno cuando va por primera vez a un lugar de nivel superlativo, el deslumbramiento resulta mayor. Y resulta complicado que la segunda visita esté a la misma altura. Podemos decir que Central demuestra que, excepción que confirma la regla y por una vez, los de la Guía S. Pellegrino no se equivocaron al colocarlo en el primer lugar del ranking de toda América latina. Claro está que ninguno de estos chefs “monstruos” parece preocupado por los rankings, los premios ni los reconocimientos que no sean los de su propia clientela.
Ya hablaremos de Central y esta segunda vuelta, claro.
La mayor satisfacción de este viaje fue sin dudas la visita a Maido, el enorme restaurante de Mitsuharu “Micha” Tsumura, a quien aún se lo puede ver en algunos programas de El Gourmet. Su menú degustación de dieciséis pasos es un monumento al quinto pecado capital. ¿Cómo no ser goloso con semejante desfile de delicias gastronómicas? Y además con el privilegio de que el chef comparta la mesa durante todo el almuerzo, un acto de generosidad de su parte y un lujo que sólo nos puede dar la profesión de periodista. Estén atentos a la próxima nota de esta saga, porque Maido dará que hablar cada vez más.
Maido fue el gran descubrimiento de este segundo viaje gourmet a Lima. Y compartir todo el almuerzo con Micha un placer extra.
Repetimos también Sukha, esta vez en el Lounge Bar del segundo piso (sería el primero para nosotros, porque en Perú la planta baja es el primer nivel). No podíamos menos que revisitar también el Pisco Bar, donde con su sonrisa permanente Ricardo Carpio nos esperaba con sus chilcanos y las clásicas degustaciones de piscos artesanales de la barra. Su recomendación del año pasado, que había quedado postergada por falta de agenda, tuvo esta vez su correlato en El Pez Amigo, propiedad de Luis Carpio, el tío de Ricardo. Cebiches, vieiras con su coral gratinadas (pues que aquí les dicen conchas), pulpo al olivo, pesca del día (corvina) y pez espada. Quien no coma pescado no sabe lo que se pierde. El Pisco Bar nos demostró que es un lugar donde además se puede comer muy bien.
Agreguemos las visitas al supermercado Wong y sus góndolas que nos hacen cometer otro pecado: la envidia. Aquí, en cambio, algunos pregonan que prefieren que haya papa Spunta para todos y todas (ojalá fuera así), antes que llenar las góndolas de productos gourmet. Y también al Mercado de Surquillo, con sus puestos repletos de frutas y vegetales, hierbas, especias y mucho más. Obviar aquí la carne, los pescados y los pollos (con sus pescuezos y cabezas colgando hacia abajo).
Lima te devora con sus tentaciones gastronómicas. Te hace sentir que comer es uno de los actos más gratificantes para el ser humano, aún cuando no estés hambriento. Y que cada vez te sorprende más y mejor. Sí segundas partes fueron buenas, no buenas sino excelentes lo aseguramos. Continuará…
Fotos de Julián De Dios y Maido.