10 cosas que no debe hacer un periodista gastronómico

Sábado, 7 de junio de 2014
Algunas reflexiones que no son solo de interés para periodistas, sino también para restaurateurs, chefs, mozos, consumidores. Cuando detecten un periodista que hace lo que acá les contamos, mejor salgan corriendo.



A priori podría pensarse que esta nota solo tiene interés para nuestro gremio, el de los periodistas. Pero no es así, porque los restaurateurs, chefs, mozos, empresarios alimenticios, sommeliers, bodegueros, enólogos y hasta los mismos consumidores, se ven afectados por lo que nosotros escribimos y decimos. Y algunos de ellos son víctimas de los aires de superioridad que suele tener buena parte del periodismo, ya sin distinción de rubros. Hace algunos días, se realizó un homenaje a Dereck Foster, decano de la prensa gastronómica argentina. Gracias a la generosidad de un grupo de empresas (Oviedo, Catena Zapata, Cabaña Piedras Blancas), la tarea valiosa de Carola y Ezequiel (dueños de una consultora de prensa) y el entusiasmo de algunos amigos como Ricardo Santos y quienes hacemos Fondo de Olla ®, fue posible organizar este almuerzo, que como bien dijo el propio Ricardo, no es el último homenaje a Dereck, sino el primero. Hay colegas que se sintieron discriminados por no haber sido parte de la lista de invitados. No sabían, o no les importó saber, que el propio Dereck Foster fue quien eligió a sus invitados. A raíz de este episodio enojoso, se nos ocurrió armar un decálogo de cosas que no debe hacer un periodista gastronómico. Si alguien acepta que hagan con él este tipo de cosas, no digan luego que no le avisamos; será inevitablemente cómplice de colegas que actúan de manera inadecuada.

Periodistas que manguean, se hacen invitar, se enojan cuando no los invitan, piden hoteles cinco estrellas en los viajes. Pero hay otras cosas también graves, como llegar tarde todo el tiempo.


1) Falta de puntualidad: por lo general son siempre los mismos los que llegan tarde y piensan que de esa manera llaman la atención, que son importantes por no ser puntuales e ir cuando se les canta. En realidad, son maleducados. Hay que esperarlos media hora, una hora, a veces más, porque los organizadores pretenden que estén todos cuando comienzan las explicaciones, el almuerzo o la cena.

2) Preguntar cuando se llega tarde: Si llegás tarde, colega, al menos no preguntes si el evento ya comenzó. Lo más probable es que pongas de mal humor al resto de los presentes, ya que eso mismo es casi seguro que fue preguntado antes por otro y se explicó en tiempo y forma.

3) Exceso de adjetivaciones: imperdible, maravilloso, fantástico, etcétera. El uso de adjetivaciones exageradas es apenas una máscara para encubrir que se está haciendo un “chivo”.  Si sos el destinatario de estos elogios desmedidos, desconfiá, te va a salir caro.

4) Creerse los dueños de la verdad: hay veces en que algunos de nuestros colegas nos dan vergüenza ajena. Hay que ser humildes y saber escuchar. No es necesario tampoco apelar a excentricidades para intentar demostrar que somos “figuras” del espectáculo gastronómico. Los periodistas hacemos crítica, no somos protagonistas de nada. Y si encima nos acreditamos conocimientos, estaremos en problemas serios.

5) Ser soberbios: nos gusta dar nuestra opinión, hacer una crítica si está fundamentada. No es lógico que un periodista diga: “Ese chef es pésimo” si nunca probamos sus platos. Hasta los inefables jurados de MasterChef prueban las porquerías que hacen los participantes. Aseverar algo sin tener una base sólida de fundamentos, es ser soberbio (e ignorante).

6) Hacerse invitar: estamos en contra de quienes llaman a un restaurante para ser invitados y luego escriben una crítica (favorable, por supuesto). Es cierto que a algunos les da resultado, pero el prestigio personal vale más que comer gratis.

7) Manguear viajes a las empresas y las embajadas: es verdad que a muchos les da resultado dicha estrategia. Encima, se enojan si el hotel no es de cinco estrellas, si no los llevan a los restaurantes más costosos y les convidan los mejores vinos. El prestigio vale más que cualquier viaje.

8) Reclamar por no haber sido invitado: jamás se nos ocurriría en Fondo de Olla ® (por eso tenemos nuestro propio Manual de Estilo), llamar a alguien que está organizando una comida, un viaje, una degustación (de que nos enteramos por boca de otros colegas), para que “no se olviden de mí”. Tampoco llamar enojados si no nos invitaron. A lo sumo se podrá preguntar si se molestaron con nosotros por algo en especial y que por eso nos dejan afuera, pero nada más que eso.

9) Pedir vinos en cantidad: algunos colegas piden vinos (nosotros solo escribimos de lo que compramos o nos mandan sin mangueo previo), en cantidad como para darle de beber a un batallón. Si piden al menos que sea una botella, no tres o una caja. ¿Para qué quieren tanto?

10) Y finalmente, lo más importante, no cambiar de opinión por un aviso publicitario. Eso es corrupción, eso es escribir para el propio beneficio y el de las empresas, no para el lector.

Fotos: Flickr CC  Laineys Repertoire y  Celeste

 
Más de Olla Oxidada