En Oviedo se cuidan todos los detalles para que el comensal se sienta a gusto, bien atendido, en un lugar cómodo y disfrutando de un menú con fuerte presencia ibérica.
Más de un cuarto de siglo manteniendo la calidad aun en los peores momentos de la economía local, equivalen a una coherencia difícil de encontrar en nuestra gastronomía. Bueno es reconocer que la presencia de Oviedo en Fondo de Olla ®se alargó más de lo que deseábamos. Pero todo llega y al final creemos hacer justicia con Emilio Garip y su encomiable labor al frente del restaurante.
La ida del anterior chef, Martín Rebaudino, parece no haber hecho mella en el resultado; no por nada su sucesor Ramón Chiliguay acreditaba también una larga trayectoria como sous chef en esta misma casa.
Está claro que el ascenso no le queda grande al cocinero salteño, ni mucho menos. Otro “secreto”, si se puede definir de esa manera a las razones de perdurabilidad de Oviedo, es el respeto por el cliente, determinada por la búsqueda de los mejores productos, el servicio excelente y el cuidado general de los detalles, por mínimos que parezcan. Creemos honestamente que Oviedo vale por sí mismo; nunca ha necesitado de elogios exacerbados por parte de una prensa complaciente. Quizás esto se haya debido a la excesiva generosidad de Emilio Garip, un hombre muy querido en el ambiente por esa condición, pero también respetado por su trayectoria como restaurateur.
Oviedo ha mantenido su calidad inalterable por más de un cuarto de siglo, un mérito de Emilio Garip y todo su equipo.
Hecha la aclaración, vale también destacar que la especialidad de Oviedo son los pescados. El propietario suele sorprender con especies poco conocidas, tal como lo hiciera hace poco con el rubio, un pescado de color rosado más grande que la trilla. La carta abunda en este tipo de propuesta, tanto en las entradas (gazpacho con langostinos, cebiche, empanada gallega, chipirones a la plancha, pulpo grillado con patatas bravas) y principales (lomo de pesca fresca del día, recetas con merluza y trucha, bonito, abadejo, besugo, lenguado y chernia). Un plato para destacar es la brandada de bacalao con huevo, salsa de pimientos y papas al horno. Fuera de lo “español”, hay pastas y risotti (de chipirones y calamares, de langostinos, y azafranado con pesca del día). El jamón serrano y la tortilla española son otras opciones para no omitir. En el rubro carnes, jabalí con setas y revuelto de papas, huevos y panceta; cochinillo a la manera de Manuel de la Osa (propietario del Restaurante Las Rejas, en Cuenca), cordero patagónico y algunos cortes vacunos como nos gusta a los argentinos.
Para el final, ofrecen crema catalana, napoleón de peras, pavlova con mousse de maracuyá, profiterol con helado y sorbetes. Cobran un razonable servicio de mesa. Hoy Oviedo ostenta una relación precio calidad inobjetable, con precios no demasiado elevados para la calidad del producto final.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.
Siempre me fascinó Winston Leonard Spencer Churchill, no por sus ideas políticas, pero sí por muchas otras razones. Quizás una de ellas es que nació el mismo día que yo, un 30 de noviembre. Muchas de sus frases pasaron a la historia, y se sabe tanto de su papel durante la Segunda Guerra Mundial como de sus gustos de sibarita. Era fumador de habanos, como se lo puede ver en las fotos de época, pero también se convirtió en un bebedor empedernido y un gourmand. Winston Club le rinde homenaje con un bar en la planta baja, y un living speakeasy escaleras arriba. La cocina del chef Jonás Alba luce impecable en este lugar, uno de los escasos muy british que podemos encontrar en Buenos Aires.