Restaurante Carmela - Dardo Rocha 1810, Martínez - Tel.: 4717-2207. Abierto martes a sábados mediodía y noche, domingo y lunes sólo al mediodía. Principales tarjetas.
Carmela fue hace quince años uno de los precursores del polo gastronómico de Dardo Rocha, frente al Hipódromo de San Isidro. Un dato no menor en la gastronomía local, donde lamentablemente lo efímero es un hecho cada vez más habitual. En lo que fueran las instalaciones de un viejo stud de caballos de carrera, se instaló este restaurante que tiene en su ambientación uno de los aspectos más relevantes, además de la propuesta gastronómica, claro está. La concepción original del lugar no ha sido modificada, pero lo que más llama la atención es la enorme cúpula ubicada en el centro del local. También hay dos salones privados, “El Cazador” y “Silvestre”, donde predominan la hípica y sus personajes más famosos. Otro aspecto que se impone es el italianismo de la cocina, adaptado a ciertos gustos locales en algunos casos, más ortodoxos en otros, a lo que hay que agregar la parrilla, lo que termina por definir una oferta que apuesta a lo que más les gusta a los porteños. Iván Zamudio es el chef responsable del armado de la carta, bastante amplia y con platos que en varios casos ofrecen la posibilidad de ser compartidos. Ejemplos: la tabla de salames y quesos, bruschetas “al olio di aglio” y ensalada caprese con prosciutto di Parma. Lo mismo ocurre con las entradas calientes: tempura de langostinos, aros de cebolla rebozados y rabas con aromas de finas hierbas.
Carmela fue hace quince años uno de los precursores del polo gastronómico de Dardo Rocha, frente al Hipódromo de San Isidro.
Va de suyo que las pastas son verdaderas protagonistas de la carta. Se dividen en “Casareccia”, “Casareccia ripiena”, “Ripiena” y secas italianas “All’ uso nostro”. De manera que hay mucho para elegir. Mencionamos sólo algunas opciones para no aburrir: spaghetti al pesto genovés; panzotti de gambas y salmón ahumado con queso mascarpone; clásica lasaña; ñoquis soufflé de espinaca a los cuatro quesos; cuerdas de guitarras con ragú de cordero, y penne arrabbiata. La denominación de los platos mezcla las lenguas de Cervantes y del Dante, pero en esta última notamos faltas de ortografía que habría que corregir. Los risotti salen dentro de tulipas de Parmesano, en sus versiones de langostinos flambeados con ron o de mariscos con tinta de calamar.
Otra alternativa para el comensal es elegir entre las “Especialidades”, como el medallón de cordero patagónico, paquetito de masa philo, brochette de langostinos, lomitos de pollo al guacamole y solomillo de cerdo envuelto en panceta con chutney de frutos del bosque. Y también la parrilla, con ojo de bife ahumado (350 gramos), bife de chorizo (500 gramos), pamplonas de pollo o cerdo, matambrito de cerdo y hasta lomo fresco de salmón rosado.
Los postres entremezclan clasicismos itálicos y porteños por igual. El servicio de mesa cuesta $ 18. Se pueden pedir medias porciones, que se cobran el 70% de lo indicado en la carta. Y también hay menú de mediodía, de muy buena relación precio calidad. El Menú Otoño, en tanto, incluye entrada (champiñones gratinados, bastones de pollo a la Milano), principal (saltimbocca de pollo al limón, ojo de bife a las brasas con puré), postre (mousse de chocolate, tarantela con dulce de leche), más agua o gaseosas, vino Latitud 33 (una botella cada tres personas) y copa de espumante. Este menú es válido de lunes a viernes mediodía y noche, excepto cena show y fechas especiales. Amplia carta de vinos, para elegir entre los más conveniente. Precio a la carta, desde $ 150 más vino.
