¿Y quién se ha tomado todo el vino?

Viernes, 9 de agosto de 2013
Según el INV, el consumo de vinos aumentó el 5,97% en junio, respecto de igual mes el año pasado. Pero apenas el 7% del total corresponde a botellas de más de 20 pesos.



Primero, la “historia oficial”. Según el INV, durante junio de 2013 aumentó el consumo de vinos el 5,97% respecto a igual mes del año pasado. Entre los meses de enero y mayo, la variación fue del 3,69% también positiva. Lo interesante es la segmentación: el 38% fueron vinos entre 4 y 8 pesos; el 29% a la franja de hasta 4 pesos; el 13% entre 8 y 16 pesos; 12% entre 16 y 20 pesos, y apenas el 7% a botellas que cuestan más de 20 pesos. La tendencia sin embargo, es una caída del 30% en los vinos de menor precio, y una suba del 241% en los de mayor valor.

De todo lo expuesto se desprende que los vinos costosísimos (sólo una parte del 7% que corresponde al segmento de más de 20 pesos), son una porción minúscula e insignificante. En realidad, se trata de “íconos” que las bodegas destinan a potenciar la calidad a través de la imagen, más que de las ventas, y a personajes de muchísimo dinero que gustan ver y ser vistos con la botella más cara arriba de la mesa de los restaurantes, o cuando reciben a los invitados en sus mansiones. Por caso, cuando el fenomenal Vega Sicilia se podía importar (época premorenista), el principal comprador era Marcelo Tinelli. También sabemos que algunos miembros poderosos de la Academia Argentina de Gastronomía, eran asiduos clientes de la firma que los traía al país.

Pues entonces, remedando la conocida música cuartetera de la Mona Jiménez, la pregunta sería: “Y quién se ha tomado todo el vino, jo, jo, jo?”.
Cabe preguntarse qué se vende y quién compra. Porque las bodegas, cada vez elaboran vinos de mayor precio pero los que están dispuestos a pagarlos son escasos.
Más allá de la tendencia que indica que baja el consumo de los vinos baratos y aumenta el de los elevados, ésta es sólo una verdad a medias. Está claro que la caída en el primer caso es por la crisis económica y la inflación galopante, que incide directamente en los asalariados de menos recursos. Y una suba del 241% sobre el 7% del total, no resulta gravitante ni mucho menos.

También hay que decir que desde nuestro punto de vista, un vino que cuesta más de 150 pesos (por no ir un poco más debajo de este valor) es puro marketing, ya que cuesta creer que un vino pueda valer más que eso. No obstante, vale aclarar que esto sería así si se tratara de un “país normal”. En la Argentina, por el cepo cambiario, el proceso inflacionario, las prohibiciones de la Secretaría de Comercio Interior y por ende la falta de insumos, así como también el costo de estos mismos insumos importados (díganle a Moreno que no hay corchos argentinos), la cosa se enrarece.

Respecto de la pregunta del título, queda más que evidente que los consumidores no quieren pagar más de 20 pesos por una botella de vino. Y que más allá de la parte glamorosa del asunto, de las estrategias de marketing y de las fiestas del jet set que organizan algunas bodegas, hay una realidad muy diferente. No es oro todo lo que reluce.



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