Kale, una hortaliza que interesa a investigadoresLunes, 1 de mayo de 2017Ante la falta de información científica a nivel local, la Facultad de Agronomía de la UBA estudia la productividad de este alimento destacado por sus propiedades nutritivas y valorado por la cocina gourmet.
(SLT - FAUBA) El kale es una hortaliza de hoja que en los últimos años se instaló en diferentes restaurantes como producto gourmet. Pese a estar caracterizado como un alimento rico en nutrientes, aún existe un gran desconocimiento sobre su manejo agronómico, y esto dificulta tanto su producción como su difusión masiva. Por esa razón, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) se dedican su estudio.
El kale (o col rizada) proviene del este de Turquía. Durante el primer milenio llegó a Europa, donde se instaló en las diversas culturas, y recién en la década de 1980 se popularizó en nuestro continente. En los Estados Unidos, por ejemplo, es tan valorado que posee un día nacional.
En la Argentina, actualmente crece a pasos acelerados. Mes a mes aparece en menús de restaurantes, en portales y revistas de alimentación y salud, impulsado por estudios que destacan sus propiedades nutricionales.
Es rico en glucosinolatos, vitamina C y A, calcio, β-caroteno y fibra. Además posee un alto contenido de minerales y una elevada capacidad antioxidante, entre otros aspectos.
Sin embargo, ante reiteradas consultas de productores y consumidores, los investigadores de la FAUBA encontraron un vacío de información agronómica e iniciaron estudios de rendimientos. A partir de este trabajo, lograron determinar aspectos relativos al cultivo que podrían ser tomados en cuenta para su llegada a un público más amplio.
La investigación de la FAUBA comenzó a partir de numerosas visitas a productores de la hortaliza de hoja. Además, se relevaron productos que venden las semilleras y se realizaron ensayos a campo.
"Para comenzar a visualizar el comportamiento del cultivo tomamos dos variedades (morada y verde), cuyas semillas fueron aportados por la empresa Bejo Argentina. Se utilizaron dos densidades de siembra, una recomendada por la semillera y otra elegida por nosotros", contó Diana Frezza, docente e investigadora de la Cátedra de Horticultura de la FAUBA.
A partir de estos estudios, cuatro estudiantes trabajaron analizando variables químicas y físicas como el peso fresco y seco, porcentaje de materia seca, área foliar, tasa de crecimiento relativo, número de hojas, color e índice de cosecha, así como también su comportamiento en poscosecha.
Mediante un análisis del mercado minorista, de semilleras y productores, los investigadores observaron detalles que podrían ser tomados en cuenta para ampliar el cultivo: pocas semilleras disponen de esta hortaliza de hoja y un número reducido de productores, dedican pequeñas superficies a la col rizada. Mientras tanto las ventas minoristas aprovechan la moda y comercializan la hortaliza a precios altos por algunas hojas.
Durante los ensayos, se realizaron numerosas cosechas y, una vez muestreadas, las hortalizas tuvieron un fin solidario: "a través de la ONG Banco de Alimentos fueron llevadas a un hogar de ancianos del barrio de Flores. Ahí también ofrecimos algunos consejos sobre cómo incorporarlas a comidas de forma sencilla", comentó Frezza.
"Difundir esta planta y generar pautas de productividad para que se amplíe la oferta puede contribuir a bajar su precio. De esta forma dejaría de ser un alimento altamente nutritivo para un nicho de mercado pequeño", rescató.
A partir del trabajo realizado entre estudiantes, docentes e investigadores, se estableció un convenio con el Comité Argentino de Plásticos para la Producción Agropecuaria (CAPPA), cuyo objetivo es continuar los estudios: "el interés de la universidad y de ciertos sectores empresarios permitió fijar acuerdos en los que nos aseguramos ensayos más grandes y los materiales necesarios para generar más conocimiento productivo del kale".
Los estudiantes de Agronomía Juan Alonso, Marcelo Moretti, Leonela Olivares y Juan Gálvez fueron los encargados de llevar adelante las tareas a campo y las mediciones, como parte de sus trabajos finales de la carrera: "pudimos llevar a cabo y conocer todo el proceso, desde los almácigos y la preparación del suelo hasta la cosecha", compartió Gálvez.
Olivares comentó que no conocía el cultivo hasta esta investigación. "Hoy en día lo difundimos y nos pasamos recetas entre todos", afirmó.
Por su parte, Alonso afirmó que es un cultivo resistente, pero destacó que es necesario atender al manejo sanitario, sobre todo ante el ataque de insectos.
Ante la falta de información científica a nivel local, la Facultad de Agronomía de la UBA estudia la productividad de este alimento destacado por sus propiedades nutritivas y valorado por la cocina gourmet.
(SLT - FAUBA) El kale es una hortaliza de hoja que en los últimos años se instaló en diferentes restaurantes como producto gourmet. Pese a estar caracterizado como un alimento rico en nutrientes, aún existe un gran desconocimiento sobre su manejo agronómico, y esto dificulta tanto su producción como su difusión masiva. Por esa razón, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) se dedican su estudio.
El kale (o col rizada) proviene del este de Turquía. Durante el primer milenio llegó a Europa, donde se instaló en las diversas culturas, y recién en la década de 1980 se popularizó en nuestro continente. En los Estados Unidos, por ejemplo, es tan valorado que posee un día nacional.
En la Argentina, actualmente crece a pasos acelerados. Mes a mes aparece en menús de restaurantes, en portales y revistas de alimentación y salud, impulsado por estudios que destacan sus propiedades nutricionales.
Es rico en glucosinolatos, vitamina C y A, calcio, β-caroteno y fibra. Además posee un alto contenido de minerales y una elevada capacidad antioxidante, entre otros aspectos.
Sin embargo, ante reiteradas consultas de productores y consumidores, los investigadores de la FAUBA encontraron un vacío de información agronómica e iniciaron estudios de rendimientos. A partir de este trabajo, lograron determinar aspectos relativos al cultivo que podrían ser tomados en cuenta para su llegada a un público más amplio.
La investigación de la FAUBA comenzó a partir de numerosas visitas a productores de la hortaliza de hoja. Además, se relevaron productos que venden las semilleras y se realizaron ensayos a campo.
"Para comenzar a visualizar el comportamiento del cultivo tomamos dos variedades (morada y verde), cuyas semillas fueron aportados por la empresa Bejo Argentina. Se utilizaron dos densidades de siembra, una recomendada por la semillera y otra elegida por nosotros", contó Diana Frezza, docente e investigadora de la Cátedra de Horticultura de la FAUBA.
A partir de estos estudios, cuatro estudiantes trabajaron analizando variables químicas y físicas como el peso fresco y seco, porcentaje de materia seca, área foliar, tasa de crecimiento relativo, número de hojas, color e índice de cosecha, así como también su comportamiento en poscosecha.
Mediante un análisis del mercado minorista, de semilleras y productores, los investigadores observaron detalles que podrían ser tomados en cuenta para ampliar el cultivo: pocas semilleras disponen de esta hortaliza de hoja y un número reducido de productores, dedican pequeñas superficies a la col rizada. Mientras tanto las ventas minoristas aprovechan la moda y comercializan la hortaliza a precios altos por algunas hojas.
Durante los ensayos, se realizaron numerosas cosechas y, una vez muestreadas, las hortalizas tuvieron un fin solidario: "a través de la ONG Banco de Alimentos fueron llevadas a un hogar de ancianos del barrio de Flores. Ahí también ofrecimos algunos consejos sobre cómo incorporarlas a comidas de forma sencilla", comentó Frezza.
"Difundir esta planta y generar pautas de productividad para que se amplíe la oferta puede contribuir a bajar su precio. De esta forma dejaría de ser un alimento altamente nutritivo para un nicho de mercado pequeño", rescató.
A partir del trabajo realizado entre estudiantes, docentes e investigadores, se estableció un convenio con el Comité Argentino de Plásticos para la Producción Agropecuaria (CAPPA), cuyo objetivo es continuar los estudios: "el interés de la universidad y de ciertos sectores empresarios permitió fijar acuerdos en los que nos aseguramos ensayos más grandes y los materiales necesarios para generar más conocimiento productivo del kale".
Los estudiantes de Agronomía Juan Alonso, Marcelo Moretti, Leonela Olivares y Juan Gálvez fueron los encargados de llevar adelante las tareas a campo y las mediciones, como parte de sus trabajos finales de la carrera: "pudimos llevar a cabo y conocer todo el proceso, desde los almácigos y la preparación del suelo hasta la cosecha", compartió Gálvez.
Olivares comentó que no conocía el cultivo hasta esta investigación. "Hoy en día lo difundimos y nos pasamos recetas entre todos", afirmó.
Por su parte, Alonso afirmó que es un cultivo resistente, pero destacó que es necesario atender al manejo sanitario, sobre todo ante el ataque de insectos.