No es ninguna paponia

Viernes, 31 de agosto de 2012
El aumento en el valor de las papas está dando que hablar en estos días. Un viejo dicho refería a “que es una papa” o “una paponia”, cuando un producto era muy barato. El noble tubérculo de origen americano ha salvado de la hambruna a muchos pueblos, pero hoy tenés que pagarlo el doble.

Con los productos frutihortícolas no se puede hacer nada si el clima resulta desfavorable. Frente a eso, no hay Moreno prepotente que pueda controlar los precios. Es un tema de oferta, que una vez superados sus efectos negativos, vuelve al estado anterior. Un kilo de papas costaba $ 4 el kilo antes de las heladas en la zona de Balcarce, pero hoy cuesta más del doble ($ 9 como mínimo). El stock se redujo y la oferta sigue sostenida. ¿Resultado?: subieron los precios. Pasó con el tomate, con los pimientos, las manzanas y continuarán sucediendo con todos los productos cuya comercialización se ve afectada por dificultades climáticas. De manera que en algunas pocas semanas, cuando salga a la venta la producción tucumana, el mercado se volverá a estabilizar. Mientras tanto, habrá que consumir menos papas u optar por otras alternativas. Algo parecido está ocurriendo hoy con la lechuga y el tomate.

La papa ha sido una enorme contribución a la humanidad. Su difusión contribuyó a alimentar a millones de personas, porque además su producción no es complicada y además el tubérculo es de por sí muy resistente a las contingencias climáticas, y sencillo a la vez en cuanto a los requerimientos del suelo.

En nuestro país, por desgracia lo que más abunda es la papa Spunta, de tipo forrajero. Y existen apenas cuatro zonas en las que se cultiva la papa semilla (Malargüe, Tres Arroyos, Tafí del Valle y un sector puntual de la provincia de Catamarca). Por fortuna, últimamente han aparecido los papines de la Quebrada de Humahuaca, algunas variedades de mayor calidad como la Quennebec y otras opciones que han comenzado a ser utilizadas por los cocineros. La verdad sea dicha: la papa forma parte del acervo gastronómico de los argentinos, más allá de lo que uno pueda suponer. Las milanesas con papas fritas, las tortillas, el puré, preparadas en milhojas, a la provenzal, son apenas algunos ejemplos de la omnipresencia del producto en nuestras comidas. Ni hablar de los ñoquis, hasta los ravioles ahora se rellenan con papa. Y también las que se hacen al rescoldo en la parrilla con manteca adentro. Por eso, aunque el producto ha pasado de “mendigo a millonario” en estos días, resulta difícil hacerle un boicot. Paciencia, ya volverá costar 4 ó 5 mangos el kilo. Frutas, verduras y hortalizas son las únicas cosas que suben y bajan de precio según la oferta que haya en el mercado. Así que no hace falta ningún Moreno para controlar el valor de la papa.

Una última cosita: me olvidé de recordar que hasta las empanadas salteñas llevan papa.

 

Nota relacionada: Boicot a la papa en los restaurantes tucumanos

 
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