Por fortuna ya tenemos restaurantes de cocina francesa para todos los bolsillos. Clásicos, modernos, lujosos y no tanto, estos cinco son destacados a su manera.
Restó - (Barrio Norte)
Elogio de la sencillez. Con esta definición que nos remite al recordado colega Abel González , le rendimos pleitesía a Restó, que desde 1997 deleita nuestros paladares de la mano de María Barrutia primero, María y Guido Tassi después, y Guido ahora en solitario…
Con la incorporación de Olivier Falchi, sin dudas, la propuesta ha ganado en calidad y simpleza, y sobre todo destacamos esto último (porque la calidad estaba descontada de antemano). Siempre resulta penoso desvirtuar una cocina tan estupenda como la francesa con excesos de productos y mezcolanzas. Y Olivier evita esos excesos.
Se lo nota contento a Darío Gualtieri. Es como el sueño cumplido. Un lugar a su imagen y semejanza. El concepto de bistronomie llevado a la excelencia, encima con las reglas de juego favorables que impone la hotelería. Esto es, prevalencia de la calidad a cualquier costo, mayor seguridad y ambiente relajado, para disfrutar de la propuesta gastronómica.
Hablamos de un restó francés de precio amable atendido por la parisina Celine Demarcq. Estamos acostumbrados a la cocina gala de lujo, con pretensiones y ambientes versallescos, pero también nos gusta (y a nuestro bolsillo mucho más) comer bien, franchute y que no duela la cuenta durante todo lo que queda del mes.
El restaurante es más conocido como el de “las monjas de Luján”. Todo lo que se recauda en el restaurante es para obras de beneficencia. No ofrecen “nouvelle cuisine”, sino cocina francesa tradicional, con porciones bien grandes, y las famosas papas Dauphine (bombas de papa), que le dan contorno a la mayor parte de los platos de la carta. Es probable que se interrumpa la comida para cantar el "Ave María".
