El Faro, restaurante del Hotel Hilton, ha pasado por diversas etapas en las que la cocina modificó su estilo, primero francés, luego se intentó darle una vuelta criolla (aún recordamos esos curiosos individuales de cuero de vaca), y ahora ha entrado en una variante que le sienta realmente bien. El chef Emiliano Sabino armó una carta con predominio del estilo mediterráneo, sumado a las infaltables carnes argentinas que adoran los turistas extranjeros, junto a una impronta personal que realza aún más la calidad final del producto. Asimismo, el hotel incorporó hace pocos meses a la pastelera Romina Retamozo, que nos sorprendió con un postre original que merecería ser incorporado a la carta, pese a su compleja elaboración: maracuyá aireado sobre un dacquoise de chocolate y nibs crocantes, mangos impregnados en sechuan, texturas de cítricos y perlas de coco. Y luego el “árbol de petit four”. Es curioso pero empezamos por el dulce, al revés.
Por otra parte, dentro de un esquema de menú que se está poniendo de moda, El Faro ofrece menús “fórmulas para degustar” con entrada, principal y postre (tres pasos clásicos a 255 pesos, precio de agosto de 2013), o bien eliminar uno de los pasos (puede ser cualquiera de ellos), e inclusive pedir únicamente una entrada, un principal o un postre. El servicio de mesa se paga siempre y cuesta 15 pesos. Esta modalidad corre solamente de noche, ya que para los almuerzos el restó propone buffet y los domingos, el clásico brunch.
De la carta, destacamos algunas entradas como la pulpeta fresca de mozzarella con tomates confitados, cítricos, migas de brioche y pesto de albahaca; atún rojo curado “en casa” con crema de palta y vinagreta de tomates, y “nuestro” pate de foie con tostadas crujientes, confitura de higos y jalea de pimientos, a nuestro juicio la más lograda de todas las opciones. Como platos de resistencia, pasta casareccia a la manteca trufada, con langostinos frescos y eneldo; risotto con pulpo grillado, rúcula fresca y manteca de pimentón ahumado; pesca del día sobre puré de calabaza especiado, puntillas salteadas con perfume de tomillo y limón; cordero braseado con cebada perlada, cremoso de damascos y hongos; mix de carnes argentinas, y ojo de bife argentino con papas Hilton y tomates ahumados.
Como se deduce, esta vez el postre resulta casi “obligatorio”: curd de maracuyá sobre cremoso de chocolate semiamargo, budín de té y sorbete de lichi; o sopa de mango, frutas frescas de estación, amarenas y sorbete de limón, entre otros. Hay también opciones saludables, para aquellos que prefieren evitar los “excesos culinarios”, una alternativa difícil para cualquiera, teniendo en cuenta los tentadores que son los platos “normales” del menú.
Extensa carta de vinos como ocurre en todos los hoteles. Servicio joven y empeñoso, a tono con el nivel del lugar. El Faro ha mejorado notoriamente y merece ser visitado.
